Dicen que la música electrónica no puede hacerte llorar, pero “Ocean Drive”, de Duke Dumont, es la prueba de que un beat puede doler tanto como emocionar. Este viaje nocturno y melancólico, lanzado en 2015, captura la desesperación de dos almas que avanzan sin rumbo, con medio tanque de combustible y el corazón vacío, aferrándose a una conexión que saben que no los salvará.
“We’re riding down the boulevard
We’re riding through the dark night, night
With half the tank and empty heart”
(Estamos conduciendo por el bulevar,
atravesando la noche oscura,
con medio tanque y el corazón vacío)
Las primeras líneas te llevan directo a la escena: luces de neón, una carretera interminable y el silencio incómodo que solo rompe el motor. Es un escape lleno de apariencias, donde fingen estar enamorados mientras la tormenta emocional se cierne sobre ellos:
“Pretending we’re in love, but it’s never enough, nah
As the sirens fill the lonely air”
(Fingiendo que estamos enamorados, pero nunca es suficiente,
mientras las sirenas llenan el aire solitario)
Hay algo profundamente humano en esas palabras. En algún momento todos hemos buscado llenar el vacío con momentos fugaces, ignorando las señales de peligro, como esas sirenas que suenan en el fondo.
El coro de la canción es una súplica disfrazada de valentía:
“Don’t say a word while we dance with the devil
You brought a fire to a world so cold”
(No digas una palabra mientras bailamos con el diablo,
trajiste fuego a un mundo tan frío)
Bailar con el diablo no es solo tomar riesgos; es aceptar que las decisiones intensas y apasionadas tienen un precio. Esa chispa que alguien trae a tu vida puede encender todo lo que está helado dentro de ti, pero no sin dejar cicatrices.
La frase “autopista hacia la nada” lo resume:
“We’re out of time on the highway to never”
(Se nos acaba el tiempo en la autopista hacia la nada)
Este viaje no lleva a un destino feliz, pero es imposible detenerse. La intensidad del momento, por efímera que sea, vale la pena.
La canción no busca redención, sino aceptación.
A veces, no importa si el camino termina en la oscuridad; lo que importa es quién está contigo en el trayecto. “Ocean Drive” no solo habla de amar a pesar del vacío, sino de aceptar que todos vamos al infierno alguna vez. La clave está en elegir bien a tu diablo, ese que te haga sentir vivo, incluso cuando todo parece perdido.
“Hold on (hold on), hold on (hold on)”
(Aguanta, aguanta)
Esa repetición no es casualidad. Es un grito desesperado por sostenerse, al momento, a esa chispa de conexión que puede ser falsa, pero en ese instante se siente real.
“Ocean Drive” es una canción para sufrir con ritmo, y, por qué no, hasta para dedicar. Después de todo, no está mal visitar el infierno, siempre y cuando estés con el diablo correcto.