
Imagina que alguien abre su diario íntimo y, en vez de letras torpes, encuentras música pura. Eso es “Mystery of Love” de Sufjan Stevens: tres minutos y medio que se sienten como husmear en un recuerdo que no es tuyo, pero podría serlo.
No hace falta haber vivido un romance de verano en Italia para que esta canción te parta el corazón. Basta con haber amado alguna vez. Porque cuando Sufjan cant:
“Oh, to see without my eyes, the first time that you kissed me”
(Oh, ver sin mis ojos, la primera vez que me besaste)
No está hablando solamente de un beso, sino de ese momento en que alguien irrumpe en tu vida y, de pronto, todo lo anterior parece irrelevante. Es tan bello como aterrador.
“Mystery of Love” no sólo acompaña a Call Me By Your Name; es su médula. Suena como si estuvieras flotando en el calor del verano mientras sabes, en el fondo, que el final está escrito. Sufjan lo resume con brutal honestidad:
“The curse of love is that it’s bound to leave”
(La maldición del amor es que está destinado a irse)
No es tristeza: es una verdad universal. El amor, por más perfecto que sea, siempre trae consigo la posibilidad del adiós. Y en esa tensión, Sufjan encuentra belleza.
Musicalmente, es como caminar descalzo sobre hojas secas: cada acorde es suave, casi frágil, pero cruje con emociones escondidas. No hay adornos innecesarios. Guitarras acústicas, cuerdas sutiles y la voz de Sufjan, que suena como si estuviera a punto de romperse.
Hay versos que parecen un salmo:
“Blessed be the mystery of love”
(Bendito sea el misterio del amor)
Porque Sufjan no solo canta sobre enamorarse: canta sobre lo sagrado y lo profano de sentir tanto. Amar es algo que no entiende la razón. Es caos y es fe.
Y cuando dice:
“Oh, woe is me, the first time that you touched me”
(Ay, pobre de mí, la primera vez que me tocaste)
Está confesando que cada roce es, al mismo tiempo, éxtasis y amenaza. Porque quien te toca el alma, también tiene el poder de destrozarte.
“Mystery of Love” se cuela bajo la piel. No es una simple balada romántica; es la banda sonora de cualquier recuerdo imborrable. Es la certeza de que algo hermoso puede doler. Y aun así, volveríamos a vivirlo una y otra vez.
Sufjan Stevens no escribe canciones. Escribe fragmentos de lo que somos cuando nadie nos mira. Y por eso, aunque su voz suene suave, su música te deja sin aire.