
“Where you been? / What you been to?”
(¿Dónde has estado? / ¿A dónde has ido?)
Imagínate esto: pones play y la primera línea te golpea. No es drama exagerado, sino una mezcla de verdad incómoda y ritmo que no puedes ignorar. Kelly Finnigan no pregunta por curiosidad; su voz dice que sabe algo que tú quizá todavía estás negando.
La banda entra con un groove pesado que hace que sientas la tensión en todo el cuerpo. No es solo música: es la sensación de estar al borde de descubrir algo que cambia todo.
El coro lo deja clarísimo: “Deception, that’s gonna be the death of our love” (Engaño, eso será la muerte de nuestro amor). No hay posibilidad de vuelta atrás. No es melodrama romántico: es la constatación de que la mentira tiene consecuencias.
Mientras la letra habla de pérdida, el sonido te atrapa. El bajo camina firme, los metales cortan el aire con precisión y los teclados llenan la atmósfera de un humo que casi puedes tocar. Es raro: algo que duele emocionalmente te hace mover los pies, asentir con la cabeza, absorber cada palabra como golpes de realidad sincronizados con la batería.
Toda la canción te da la medida del engaño.
“All the trust is gone, and there goes the truth” (Toda la confianza se fue, y con ella la verdad).
“Masquerade is over, and so goes being true” (La mascarada terminó, y con ella la autenticidad).
“Lying through your teeth” (Mintiendo descaradamente)
“Left me heart on the killing floor” (Me dejaste el corazón en el suelo de ejecución)
No es sólo un amor roto; es la manera en que todo se derrumba cuando la máscara cae y sabes que nada será igual. Finnigan canta con autoridad, como si hablara por todos los que alguna vez han sentido desilusión, mientras la banda construye un paisaje sonoro que mezcla soul clásico con psicodelia y funk. Cada golpe emocional tiene ritmo, y lo hace tangible.
San Francisco dejó su huella: Monophonics toman el espíritu libre de los setenta, lo mezclan con la crudeza del presente y lo convierten en algo que no puedes ignorar. Puedes escuchar ecos de Sly & The Family Stone, Funkadelic o Curtis Mayfield, pero todo está filtrado a hoy, en cada nota, cada frase.
Al terminar “Deception”, queda la sensación de que todo lo que parecía estable se movió.
La mentira y la desilusión no desaparecen; te obligan a mirar la verdad a la cara. Y aun así, el groove no te suelta.
Te sigue moviendo, te hace sentir, te hace aceptar que el dolor también puede ser ritmo, y que a veces lo más difícil es reconocerlo mientras bailas.