Durante un lustro, de 1991 a 1996, las tardes eran inolvidables.
Víctor (quien no me dio permiso para usar su nombre, pero estoy seguro de que sabrá esconderse entre la humanidad a partir de que las personas lean estas líneas) y yo nos sentábamos en su habitación, que tenía una alfombra verde, recuerdo; y comenzábamos a elegir algún disco compacto de los que tenía.
El reto no era menor: él sabía que muchos de álbumes de los artistas tenían canciones escondidas, que eran mejor que los sencillos, que había más bandas de las que yo podía apenas mencionar y que, al mismo tiempo, yo trataba de estar a la altura para mencionar algún éxito que, por casualidad, hubiera caído en mis manos horas o días antes.
A Víctor lo conocí en los primeros meses de la preparatoria. Tenía una carpeta de aquellas llamadas “Trapper Keeper” forrada de grupos de hard-rock que para mí eran desconocidos. Mi neófito conocimiento llegaba a AC/DC y Guns N´Roses; las bandas que veía en su herramienta escolar eran más de lo que yo podía imaginar.
Un receso, mientras él salió solo-él-sabe-a-dónde, me quedé observando los grupos, tratando de memorizar algunos. Hay que recordar que no había celulares, no había plataformas digitales de música y nuestra única opción era la compra directa de casetes o discos compactos o que alguien nos grabara uno de los primeros.
En ese momento Víctor entró al salón de clases y morí de miedo: estaba tocando algo que no era mío, que no tenía derecho a hacerlo. En respuesta hice la pregunta más ridícula que alguien podría haber hecho… y que en esta página no la conocerán nunca… para más información dirigirse a Víctor directamente.
A partir de ese momento comenzamos una amistad basada en la música: pláticas que solo quedaban silenciadas por la música de Kiss, Led Zeppelin, Guns N´Roses, Skid Row, Mötley Crüe, Saigon Kick, Winger, Slaughter, Danger Danger, Steelheart, Whitesnake, Poison, Warrant, Scorpions, Blackfish, WASP y un largo etcétera. Vida me faltará para escribir una nota sobre cada canción.
La amistad con Víctor no terminó, pero se puso en pausa, con algunas llamadas esporádicas, durante años. La pandemia nos arrojó de nuevo a ella… casi 30 años después.
Hoy la vida nos encuentra un poco diferentes: canas asoman muchas por nuestra cabeza (quiero pensar que cada una representa una canción que está por venir), preocupaciones sobre nuestros padres, quienes se acercan a diferentes horizontes de vida y el desconcierto de cierta música que escuchamos hoy.
¿Y a qué viene todo esto? ¿Dónde está la canción de hoy?
Es que no puedo elegir una, Víctor y yo comenzaríamos a debatir sobre cuál debe ser la que encabece el artículo… pero, como estas líneas las escribo yo, elegiré “Better Days Comín” del álbum del mismo nombre de Winger que vio la luz en 2014… Seis años antes de la pandemia, cuando el mundo cambió y enseñó a quienes quisieron aprender.
No colocaré al final de este texto el video oficial de la canción que Kip Winger y Reb Beach compusieron como una esperanza ante la adversidad; colocaré un video que se realizó en plena pandemia, en pleno alejamiento físico (no social, como erróneamente se dijo) y en las que muchos artistas que compartimos mi amigo y yo aparecen por ahí.
Y es que el tiempo desafía a la adversidad, la tormenta prepara el camino para tiempos mejores, recordándonos que la paciencia es la brújula, con la música nadie puede lastimarnos.