Se convocó a 93.6 millones y solo participaron 6 millones 663 mil 208 personas, el 7.11 por ciento.

La parte más lacerante de la consulta popular fue su costo: 522 millones de pesos en una pregunta con poco sentido y una respuesta inducida. En el contexto actual, ese recurso pudo destinarse a la compra de 1 millón de vacunas ante la Tercera Ola de covid-19.

Sin embargo, la consulta deja algunos aspectos positivos:

La Suprema Corte de Justicia de la Nación, a pesar de estar envuelta en la llamada “Ley Zaldívar”, retiró el nombre de los exmandatarios del país para no afectar el debido proceso.

“La consulta no debe interpretarse en el sentido de que está encaminada a que las autoridades de impartición y procuración de justicia cumplan o dejen de cumplir con sus atribuciones, pues estas son de ejercicio obligatorio”, fue la justificación del tribunal máximo de la nación. En llanas palabras: la ley no se consulta.

El Poder Legislativo hizo su parte: posterior a la decisión de la corte, el Congreso de la Unión aprobó la procedencia de la consulta popular sobre eventuales procesos penales contra los expresidentes del país, e instruyó a que se publicara en el Diario Oficial de la Federación (DOF) y que el Instituto Nacional Electoral (INE) empezara con la organización del ejercicio.

El INE dispuso 285 mil 450 funcionarios en 57 mil 087 casillas. En ella participaron 20 mil 755 observadores y hubo 377 mil 833 impactos en 3 mil 499 emisoras a nivel nacional; además de mil 432 espacios exteriores y 97 inserciones en medios.

La consulta fue llevada a cabo con incidentes menores y con una participación que los medios de comunicación calificaron por un fracaso por lo baja que fue.

Sin embargo, el aspecto más valioso fue el silencio. Millones de mexicanos que no se dejaron enganchar por una consulta legal pero no necesaria. Desdeñaron el ejercicio por inútil, caro y, al ver jaulas con personas con la máscara de los expresidentes, ridículo.

Políticamente, la consulta solo sirvió para enumerar a los fanáticos de la figura representada por Andrés Manuel López Obrador y su autodenominada Cuarta Transformación. Los resultados son evidentes: 7 millones son muy lejanos a los 30 millones que lo llevaron al poder.

Los simpatizantes menores de la 4T se dedicaron a alabar el “sí” contestado antes que su representatividad. En la democracia ganan las mayorías y ellos no lo fueron.

El peligro radica en que los fanes con cargo público, lejos de reconocer el apabullante silencio de la mayoría, dedicaron sus expresiones a atacar de nuevo al INE y amenazan de nuevo con desaparecerlo, lo sería algo muy dañino para la vida institucional de México.

“La autoridad tiene en todo momento el derecho de actuar cuando se trata de asuntos judiciales. Siempre y cuando haya pruebas y elementos, esto queda abierto”, señaló López Obrador en conferencia matutina… y desacreditó sin querer el ejercicio en el que no participó.

El silencio de la ciudadanía fue un grito ante las ocurrencias… pero la 4T es sorda a todo aquellos que nos sean sus murmuraciones.

Comentarios

Comentarios