No hay paso más cruel que aquel que no sabe su destino. No importa donde se pise, pues el lugar existe, pero no la proyección de él.

Son fragmentos en el limbo que se agudizan en el día a día: un lamento existencial suspendido entre la vida y la muerte, entre el “aquí” y el “no lugar”, la desorientación de un ser que ya no está completamente en el mundo, pero que tampoco ha desaparecido.

Es una existencia flotante, sin destino ni propósito, donde la identidad está reducida a sus fragmentos: deseos, creencias, estados de ánimo.

No hay narrativa, solo presencia. Un presente absoluto, pero hueco. Un purgatorio emocional donde quien da ese paso es apenas el eco de sí mismo. No hay vida, no hay plan.

En una tarde de lluvia, de esta semana, regresó “No Plan”, una de las canciones póstumas de David Bowie. Llegó con el eco de una habitación semivacía.

“No Plan” fue escrita por Bowie para el musical Lazarus. Se lanzó inicialmente en la banda sonora de la obra y posteriormente se convirtió en la canción principal de un EP en descarga digital, CD y vinilo. La puesta en escena se estrenó en Nueva York el 7 de diciembre de 2015 y fue la última aparición pública de Bowie.

La letra muestra a Bowie en una actitud contemplativa, como si estuviera simplemente presenciando lo que ocurre a su alrededor sin intentar cambiarlo. Más que actuar o resistirse, opta por dejar que las cosas sigan su curso, aceptándolas tal como son.

“Here, there’s no music here
I’m lost in streams of sound
Here, am I nowhere now?
No plan.

“Wherever I may go
Just where
Just there
I am
All of the things that are my life
My desires
My beliefs
My moods
Here is my place without a plan”.

“Aquí, no hay música aquí
Estoy perdido en corrientes de sonido
Aquí, ¿estoy en ninguna parte ahora?
Sin plan.
A donde sea que vaya
Justo donde
Justo allí
Estoy
Todas las cosas que son mi vida
Mis deseos
Mis creencias
Mis estados de ánimo
Aquí es mi lugar sin un plan”.

En entrevista con Guillaume Durand en 2002, el británico habló un poco sobre el tema.

“Puede que, de hecho, no tengamos un propósito. ¿Somos lo suficientemente grandes o maduros para aceptar que no hay un ‘plan’, que no hay ‘ir a algún lado’, que no hay un regalo de inmortalidad al final de esto si evolucionamos lo suficiente?

“Bueno, tal vez no podamos vivir así. Tal vez tengamos que existir y vivir con la idea de que tenemos un día a la vez para vivir, ¿y podemos hacerlo? Porque si pudiéramos hacerlo, podríamos estar contribuyendo a algo realmente grandioso”, dijo previo a la composición de la canción, que originalmente se llamaba “Wistful”.

Lo real está cerca, pero ya no se puede tocar.

Es la alusión a lo cotidiano desde la orilla del olvido.

Una especie de pausa entre la última respiración y la nada.

Queda el “yo”, suspendido, sintiente… me pregunto si eso basta.

Somos el inventario de lo que fue.

Fragmentos flotantes.

 

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