
Escuché por primera vez “Nowhere Man” de The Beatles cuando estaba en la secundaria.
A mis 14 años, la frase “He’s a real nowhere man, sitting in his nowhere land” me remontaba a la cima de alguna colina en completa soledad. Un hombre de ningún lado… Irónicamente en un sitio. Los años alejarían la mente y darían a la letra un significado más extraño y profundo.
Esta es la primera canción de los Beatles que no tiene nada que ver con el amor, tenía un sentido más filosófico y existencialista. “Nowhere Man” nació de los sentimientos de aislamiento de John Lennon en su casa de Weybridge, donde pasó muchas horas en contemplación solitaria, lejos del caos de la Beatlemanía.
Había presión porque la agrupación creara nueva música.
“Estaba sentado, intentando pensar en una canción, y me imaginé allí, sin hacer nada y sin ir a ninguna parte. Una vez que lo pensé, fue fácil. Todo salió a la luz. De hecho, dejé de intentar pensar en algo.
“Nada venía. Estaba harto y me fui a dormir, después de haberme dado por vencido. Entonces me imaginé como el ’Hombre de Ninguna Parte’, sentado en su tierra de ninguna parte”, relató posteriormente John.
Cuando Paul McCartney llegó al día siguiente para comenzar una sesión de composición de canciones, encontró a Lennon durmiendo en su invernadero.
“Era una canción anti-John. Me lo contó después, aunque no me lo dijo entonces, que la había escrito sobre sí mismo, sintiendo que no iba a ninguna parte. Creo que, en realidad, trataba sobre el estado de su matrimonio.
“Fue en un momento en el que estaba un poco insatisfecho con lo que estaba pasando; sin embargo, dio lugar a una canción muy buena. La trató como una canción en tercera persona, pero fue lo suficientemente astuto como para decir: Isn’t he a bit like you and me? (¿No es un poco como tú y yo?). “Yo” es la última palabra”, explicó McCartney.
Esta canción estuvo en el último concierto de los Beatles en Candlestick Park, en 1966.
“Nowhere man” representa a alguien que no elige conscientemente la soledad, sino que ha sido absorbido por ella sin darse cuenta. La soledad aquí no es un refugio ni una elección, sino una consecuencia existencial: no tener punto de vista, no saber hacia dónde ir, vivir en un presente suspendido que no dialoga con nadie.
Se está atrapado en un mundo sin dirección, sin propósito y sin conexión con otros. Ya es una condición del alma. Un estado donde todo contacto humano parece fallido o imposible, y donde incluso la propia mirada se vuelve ciega.
Salir del laberinto no implica encontrar una puerta, sino abrir los ojos. Silencio sin respuesta.