En aquellos días de secundaria, me sentaba en la mesa del comedor con mi padre, quien comenzaba a poner casetes recién comprados por mí o aquellos que llevaban décadas en su archivo personal para que yo escuchara “nueva música”.

La tarea no era nada fácil: los gustos de mi padre abarcan casi dos décadas, de finales de los años cincuenta a mediados de los setenta. A mis 12 o 14 años, siempre era una emoción esas horas que compartía conmigo para escuchar más artistas y canciones.

La costumbre se hizo cada vez más esporádica, hablo de sentarnos a la mesa, única y exclusivamente, para escuchar canciones; la música ha sido una constante entre mi padre y yo toda la vida. Simplemente, no hay parte del día en que no estemos escuchando algo, estemos dispuestos a poner algo o acabemos de hacerlo.

Hace unos días, como en los viejos tiempos, llame a mi padre. Quería presumirle dos nuevas adquisiciones de Creedence Clearwater Revival: el álbum homónimo y Cosmo´s Factory. Quería que escuchara su remasterización, pues sabía, desde hace mucho, que eran su grupo favorito.

La emoción que vi en él me impresionó. Alcanzó a decir “cuántos recuerdos” mientras escuchaba las canciones de álbum. Comenzó a confesarme algunas cosas: para él había sido la última banda que había escuchado antes de que trabajara, que se casara y que olvidara los nuevos sonidos que vendrían a lo largo de las décadas siguientes; además de que era “rock pesado” para sus oídos en aquellos días.

Y, entre otras anécdotas, la que me pareció la mejor. Leamos su voz:

“Como sabes, tu mamá vivía a cinco horas de aquí. Así que tomaba mi auto desde temprano y salía hacia allá. A veces me hacía acompañar de un primo. Nos gustaba detenernos a una hora del destino, en un río y nos acostábamos en el pasto. Sacamos una grabadora y una botella de whisky.

“Poníamos a Creedence y muchas de sus canciones, esa libertad era única: el río, la música, el pasto. Tiempos que jamás volverán”, expresó mientras sonaba “Born in the Bayou” del álbum Bayou Country.

Era una ironía completa por el significado de ella.

El líder de Creedence Clearwater Revival, John Fogerty, quien la escribió, nunca había estado en un pantano cuando compuso la canción; lo investigó en enciclopedias e imaginó una infancia en un pantano para su narrativa.

Fogerty vio por primera vez un pantano por cortesía de John Fred, quien cantaba “Judy In Disguise (with Glasses)”. Condujeron 15 minutos hasta Bayou Forche, donde comieron algunos cangrejos y cangrejos de río, lo que le dio a Fogerty la idea de esta canción.

‘Born on the Bayou’ fue sobre una infancia mítica y una época llena de calor, el 4 de julio. Lo puse en el pantano donde, por supuesto, nunca había vivido. Estaba tratando de ser un escritor puro, sin guitarra en mano, visualizando y mirando las paredes desnudas de mi apartamento.

“’Hoodoo’ es una aparición mágica, mística, espiritual, indefinida, como un fantasma o una sombra, no necesariamente malvada, pero ciertamente de otro mundo”, explicó Fogerty, quien considera que esta es su canción favorita de la banda.

Esta fue la primera canción que Creedence tocó en su set en Woodstock en 1969.

Aquellos años, juventudes míticas. Hoy los recuerdos de mi padre están suspendidos entre su realidad y mi imaginación, él lleva la delantera, pues su experiencia y sus años los tiñen de nostalgia y la inocencia.

Con la música, el tiempo se detiene, se recupera. La música es magia porque carece de límites. Viene más, estoy seguro, las anécdotas de mi padre seguirán por un tiempo que me permita aprender a caminar un poco más, en sus pasos.

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