Fue en la preparatoria, a mis 18 años, cuando asistí a ver “The Crow” una película cuya reseña había visto en los periódicos… lejos estaban los tiempos de las reseñas casi inmediatas por internet, que apenas veía la luz en otros lugares.

“El cuervo” es una película de 1994 y fue creada a partir de un guion de James O’Barr y John Shirley, basada en la serie de cómics homónima, publicada en 1989 en forma de libro. Fue dirigida por Alex Proyas.

La cinta, y por eso tenía ganas a mis 18 años de verla,  logró notoriedad debido a que durante el rodaje el protagonista Brandon Lee murió tras ser tiroteado en una escena de la película por accidente, a manos del actor secundario Michael Massee. Tenía ganas de ver la escena y no estaba listo para lo que vi en pantalla.

La película es oscura, con un ambiente sucio (intencional) y con música claustrofóbica de The Cure, Machines of Loving Grace, Nine Inch Nails, Helmet, Pantera y, mi favorita personal, “After The Flesh” de My Life With The Thrill Kill Kult.

El héroe es Eric Draven, interpretrado por Brandon Lee, un espíritu vengativo que regresa de entre los muertos gracias a un cuervo para vengar su muerte y  la de su prometida Shelly Webster (Sofia Shinas). Cada villano recibe la dosis necesaria de violencia y crueldad que permiten la destrucción y… la redención.

Y al final de todo, una canción que contrastaba con todo: “It Can´t Rain All The Time” de Jane Siberry.  La música contrastaba con toda la violencia y la malentendí: pensaba que la frase y la letra recordaban que la pena eventualmente desaparecería, al igual que el desarrollo de las cosas.

“Esto también pasará, todo mejorará” era la forma simple en que durante años entendí la canción de Jane Siberry, cantante y compositora canadiense.

No es así.

“Here’s something wrong,

it’s It’s so hard to belive that love will prevail

It won’t rain all the time

The sky won’t fall forever

And though the night seems long

Your tears won’t fall Your tears won’t fall

Your tears won’t fall forever”

“Hay algo mal, es
Es tan difícil creer que el amor prevalecerá
No lloverá todo el tiempo
El cielo no caerá para siempre
Y aunque la noche parezca larga
Tus lágrimas no caerán
Tus lágrimas no caerán
Tus lágrimas no caerán para siempre”

No es esperanza, es resignación, es luto, anticipado.

El luto no es una forma clara de esperanza. Es una especie de tregua oscura entre la resignación y la posibilidad de seguir.  El luto aparece como un reconocimiento doloroso de que el amor, aunque deseado, no siempre vence; que la justicia, aunque buscada, llega a través del dolor.

El duelo no consuela con promesas, no es optimismo, sino el alivio crudo de saber que lo insoportable no tiene una pausa.

Sin justicia, sin redención completa, sin amor restaurado… sólo el cese eventual del llanto. Un consuelo duro, pero extraordinariamente humano.

 

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