
Escuché “O Superman” en el camino de regreso de Budapest a Praga como parte de la interpretación de Gail Ann Dorsey, bajista de David Bowie, plasmada en el álbum en directo Look At The Moon dentro de la gira que realizó el artista en 1997.
Para el momento en que comenzó la canción no le puse atención al pensar que sería una propia del cantante británico, yo iba ensimismado en mis pensamientos, en los detalles de todo el viaje y el sonido hipnótico de la canción se fusionó conmigo durante los 9 minutos de duración.
Los detalles del viaje se están plasmando en un libro que ignoro cuando verá la luz, lo cierto es que en ese instante mi mente comenzó a convertirse en un laberinto cuando los pensamientos se comenzaron a ramificarse en múltiples direcciones… acompañado con la obra original de Laurie Anderson.
Lo que al principio eran ideas claras, emociones, preocupaciones o sensaciones, se alteraron y comenzaron a alimentarse por las dudas. La propia melodía me ingresó a un corredor donde sólo se podía dar vueltas.
“O Superman (For Massenet)” es una canción de 1981 de la artista de performance y músico experimental Laurie Anderson. Parte de la obra mayor United States. La canción es una pieza casi minimalista medio-cantada, medio-hablada que alcanzó la segunda posición en la UK Singles Chart en 1981.
“O Superman”, de Laurie Anderson, nació de la reinterpretación del aria “Ô Souverain, ô juge, ô père” de El Cid de Jules Massenet. Anderson tomó inspiración al verla interpretada por el tenor afroamericano Charles Holland, cuya carrera había sido marginada por el racismo.
La canción refleja esa plegaria original con un tono contemporáneo y experimental, utilizando loops de voz, vocoder y una estructura minimalista basada en dos acordes.
El texto es casi un monólogo telefónico donde una voz, primero maternal, luego amenazante, dialoga con la narradora, en un contexto donde amor, justicia y poder se confunden con tecnología y control. La pieza alude a la crisis de los rehenes en Irán (1979-1980) y al fracaso de una misión militar estadounidense en Teherán como detonante creativo.
Con ironía y frialdad, el tema aborda la sustitución del amor por la justicia, de la justicia por la fuerza y, finalmente, de la fuerza por la figura materna: esta es secuencia inspirada en el texto clásico chino Dào Dé Jing.
Tecnología, vigilancia, la guerra y la fragilidad humana envolvió mis oídos en una atmósfera hipnótica de sonido repetitivo y emoción contenida a la par de mi mente corriendo por laberintos recién creados en ese momento.
La obra no fue accesible para todos. Anderson la había eliminado su repertorio de performance y revivió la pieza en 2001 durante una gira de conciertos que incluía una mirada retrospectiva a algunas de sus piezas más antiguas, una idea concebida por su pareja Lou Reed.
La canción no se limitaba a terminar: me contenía, me repetía, me devolvía mi propio eco. “O Superman”, “O Judge”, “O Mom and Dad”… voces que eran también las mías, llamando desde los pasillos de una mente que no encuentra su salida.
Y comprendí que tal vez no había que salir.
Que el laberinto no era prisión, sino espejo: un espacio donde la música y la memoria se reflejan y se confunden.
Como en la pieza de Anderson, donde el amor se sustituye por la justicia, la justicia por la fuerza y la fuerza por una madre electrónica, mi mente también buscaba abrazos que ya no estaban, respuestas que nunca llegarían.
Un pulso continuo, una respiración que todavía busca, en su repetición, una forma de ser libre.