Imagina al hombre en una habitación vacía, inmóvil desde hace horas.

El polvo se acumula sobre su ropa, sobre su piel, sobre los objetos que ya no significan nada. Dice el nombre, una y otra vez, ese nombre, y su voz se quiebra hasta volverse un murmullo sin forma. Lo menciona en la habitación vacía.

Cada repetición le duele, como si con cada sílaba arrancara algo de sí mismo. Al principio cree que la voz viene de fuera, que alguien responde. Pero no: es su garganta seca, su propio eco devolviéndose desde las paredes. Ya no hay nadie, y, sin embargo, él sigue hablando, como si el silencio fuera una criatura hambrienta que necesita ser alimentada… con el nombre de ella.

El trauma no ha pasado, simplemente se ha congelado.

Su mente, saturada de imágenes que no entiende, repite los hechos con precisión quirúrgica, buscando sentido donde solo hay ruina. Ve el rostro, la escena, el momento exacto en que todo se rompió; lo revive con una fidelidad cruel.

Se reprocha, se acusa, se compadece, se odia. Cada pensamiento abre una puerta, y detrás de cada puerta hay otra versión de lo mismo: el dolor repitiéndose, sin tregua. En algún punto deja de distinguir si el nombre que pronuncia pertenece a quien perdió o a sí mismo, porque ya no hay diferencia: lo que murió no fue una persona, fue la parte de él que podía seguir adelante.

“Said your name in an empty room
Said your name in an empty room
Something I would never do

“I’m alone again

When I’m by myself
I can be myself
And my life is coming
But I don’t know when”

(Dije tu nombre en una habitación vacía
Dije tu nombre en una habitación vacía
Algo que nunca haría
Estoy solo otra vez
Cuando estoy conmigo mismo
Puedo ser yo mismo
Y mi vida está llegando
Pero no sé cuándo)

“Empty Room” de Arcade Fire profundiza en la introspección que suele acompañar a la soledad.

La repetición de la frase “Said your name, in an empty room” subraya la naturaleza inquietante de los recuerdos y la presencia persistente de alguien que ya no está. La canción pertenece al álbum The Suburbs de 2010.

La habitación se convierte en un espejo sin reflejo, un espacio donde el tiempo no avanza, solo se repite.

Y allí, entre el polvo y la voz que se extingue, el hombre comprende que el verdadero castigo no es la pérdida, sino la imposibilidad de dejar de revivirla.

“Toute ma vie, est avec toi Moi j’attends, toi tu pars”
(Toda mi vida está contigo, Yo espero, tú te vas)

https://www.youtube.com/watch?v=qutEvlHaCHE&list=RDqutEvlHaCHE&start_radio=1

 

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