Es la tercera protesta y la primera donde se derramó sangre.
Ha habido tres protestas por la construcción de la refinería Dos Bocas, en Paraíso, Tabasco en la que los trabajadores se han quejado de malos tratos por parte del sindicato.
El 15 de marzo de 2020, empleados acusaron a Ricardo Hernández Daza, líder del Sindicato Estatal de la Construcción en Tabasco, vinculado a la Confederación de Trabajadores de México, de cobrar hasta mil 500 pesos a quienes aspiran a ser contratados.
La segunda protesta fue este 18 de febrero cuando trabajadores de la empresa ICA Fluor iniciaron un paro de labores de brazos caídos con exigencia de mejores salarios, prestaciones laborales y reducir horas de trabajo.
La tercera comenzó este 12 de octubre cuando los mismos trabajadores de la empresa denunciaron atropellos laborales y de nuevo extorsiones.
La respuesta fue diferente en dos sentidos.
Para los trabajadores elementos de la Secretaría de la Marina y la fuerza antimotines de Tabasco que dejaron como saldo 10 heridos y un muerto, según los mismos trabajadores. Las escenas de los videos muestran a trabajadores vestidos de naranja con heridas en el torso, en las piernas y en un ojo.
La respuesta del gobierno fue minimizar: para el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, fue una pugna entre sindicatos; para la Secretaría de Energía, Rocío Nahle, un “grupito” de entre 10 y 12 personas están detrás del paro.
“No vamos a permitir que un grupito con una intención particular o de beneficio particular afecte una obra tan importante que le está dando empleo a más de 100 mil personas en forma directa o indirecta”, dijo la funcionaria federal.
Los hechos muestran lo contrario: cientos de uniformados… pero, supongamos que es verdad la versión del Gobierno Federal ¿Por qué la represión? Entre más fuerte la protesta, mayor el desdén desde Palacio Nacional.
El objetivo es claro, y Nahle lo confirma, nadie puede empañar las obras estrella del tabasqueño: Dos Bocas, el Tren Maya o el aeropuerto de Santa Lucía.
Sin embargo, Dos Bocas está empañado desde nacimiento: además de su retraso y costará más de lo prometido, se construye en una zona que el gobierno federal prometió proteger entre 2006 y 2007.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) otorgó a Pemex permiso para desarrollar reservas de petróleo y gas durante 20 años con la condición de que no construyera nada nuevo en áreas cercanas que contienen flora y fauna raras. El destino de la zona fue otra: energía sucia en aras de un capricho que ahora lastima a trabajadores.
Sobre el capricho ni la sangre.