El 2020 apenas comienza y su aparente eternidad se explica por el virus llamado SARS-CoV-2, que causa la enfermedad por coronavirus COVID-19, que enfrenta a la humanidad consigo misma.

La historia comenzó en Wuhan, capital de Hubei, una de las ciudades más pobladas de China donde surgió el paciente cero, el primer humano portador de la enfermedad que, hasta este viernes, ha provocado el contagio de 3 millones 392 mil 120 personas.

El humano convive con la muerte como parte intrínseca de su vida: muertes naturales, asesinatos delincuenciales y accidentes. Tardamos en reaccionar y creer en el coronavirus, porque es lejano, es invisible, es lo que le pasa al otro sin saber que también somos el otro de un alguien.

Hoy han muerto 239 mil 248 personas y, al momento en que estas líneas sean leídas, el agente infeccioso ya reclamó nuevas vidas. El virus tomó al mundo, a su población y a sus formas de gobierno por sorpresa.

La nueva enfermedad es un misterio porque no sabemos leerla desde nuestros sentidos, que ahora son nuestros posibles enemigos. Preferimos solo lo que resulta conocido.

Ante la sorpresa por la enfermedad, la humanidad se mantiene controlada por un comportamiento natural para sobrevivir. Mientras llega una vacuna, el miedo permea y ocasiona decisiones cuestionables en los individuos y en los gobiernos del mundo.

De pronto, el hombre dejó a un lado ese narcisismo que busca aprobación en su entorno para reconocer que no es la especie sublime. La conciencia alcanza a reflexionar de manera timida.

El COVID-19 llegó para quedarse como cientos de enfermedades. Los tiempos del virus no son los mismos que los de los humanos, es iluso pensar que una cuarentena podrá agotar la enfermedad. Será controlable pero el camino para erradicarla es largo. Como la influenza, este tipo de coronavirus se mantendrá, se aprenderá a convivir con él y, lo deseable, quizá desaparezca.

Es la llamada Selección Natural, propuesta por Charles Darwin. La naturaleza “elige” solo a aquellos organismos que favorecen la adaptación y la evolución. La premisa es muy sencilla: muchos no somos necesarios ni hacemos falta al mundo en las leyes implacables de la vida.

Es inevitable que la Selección Natural luche contra la Condición Humana: queremos seguir viviendo, buscamos experiencias sociales con otros seres y brindando más vida. Somos conscientes de la vida y la muerte como ninguna otra especie. Queremos seleccionar no que la naturaleza nos seleccione.

Son los escenarios económicos internacionales los que plantean el mundo posterior a COVID-19. A medida que la pandemia empeora, los mercados de energía, agricultura, metales y transporte que engloban las demás actividades caen.

Ya hay momentos imborrables que evocan ternura: avistamientos de animales en las ciudades que cuestionan si nuestra especie es la verdadera enfermedad del planeta.

Así, con los esquemas tradicionales rotos y una naturaleza inexorable, esta crisis es una nueva oportunidad de la cultura posterior, nuevas ideas, nuevos objetivos y nuevas concepciones de futuro. La premisa es sencilla pero de extrema dificultad: la humanidad no deber ser el centro de todo.

El mundo posterior de COVID-19
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Sanitización de espacios públicos en Italia

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El mundo posterior de COVID-19
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Hoy han muerto casi 240 mil personas. Al momento en que estas líneas sean leídas, el agente infeccioso ya reclamó nuevas vidas.

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El mundo posterior de COVID-19
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En Semana Santa, el Papa Francisco ofreció en El Vaticano una misa en la soledad de los templos de esa ciudad.

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El mundo posterior de COVID-19
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Muertos en la región de Lombardia, Italia, por el coronavirus

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El mundo posterior de COVID-19
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En Quito, Ecuador, muchos muertos quedaron en las calles. Algunos de ellos fueron quemados en el lugar ante la falta de espacios y respuesta de las autoridades.

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El mundo posterior de COVID-19
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Rostro de una enfermera asiática que atiende enfermos del coronavirus COVID-19

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El mundo posterior de COVID-19
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Delfines fueron vistos en los canales de Venecia, Italia

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El mundo posterior de COVID-19
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Miles de aves llenaron las playas de Perú.

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El mundo posterior de COVID-19
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En plena pandemia, un puma fue visto en calles de Chile

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El mundo posterior de COVID-19
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Venados llegan hasta los cafés en Japón.

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El mundo posterior de COVID-19
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Venados silvestres caminan por calles de Europa

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El mundo posterior de COVID-19
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Monos en Tailandia han recuperado sus espacios en ese país.

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