No es nuevo: grandes cantidades de dinero en efectivo han circulado de manera ilegal en México.

En los tiempos del periodo post-revolucionario, cuando Alvaro Obregón era una de las figuras principales, se acuñó la pregunta que se jacta de la ambición humana:  “¿Quién aguanta un cañonazo de 50 mil pesos?”… pocos.

Es la moneda que soborna a los muchos: pequeñas fortunas, caudales inmediatos de billetes que  mutan la posición de quien lo recibe para obtener un servicio o un favor. El dinero rectifica, retoca, suaviza, reforma y por supuesto apoya personajes y sus ideologías.

Con las nuevas tecnologías, los videos de entregas en efectivo se han vuelto, a ojos de la ciudadanía, fetiche de la lucha contra la corrupción. En realidad no son amuleto de nada, su ventaja es la fijación de sus protagonistas en el colectivo, poco llegan a manos de la justicia, que es lo esperable.

Tres videos: uno de ellos exhibe a dos exempleados del Senado recibiendo bolsas con billetes de 200 y 500 para el supuesto pago de sobornos por la aprobación de la reforma energética; los segundos: el hermano del actual Presidente de México recibiendo dinero para operar la campaña presidencial de 2018 que lo llevó a ese puesto.

“No sé cuál sería el procedimiento a seguir para que la Fiscalía o la instancia correspondiente del Poder Judicial informara sobre esta denuncia (…) que se pueda ver en redes sociales, en la televisión el video que se asegura entregó el señor Lozoya a la Fiscalía, conocer todo”, puntualizó, sobre el primer video, Andrés Manuel López Obrador.

El Presidente de México, sobre el segundo, fue tajante: que se investigue a su hermano, que sea castigado si hay delito e iría a declarar si así se solicita. Pero agregó:

“Nuestro movimiento se hizo con el apoyo del pueblo, pero no es esto —dijo señalando la copia de la declaración de Lozoya—, ésta es corrupción, lo otro es cooperación”, expresó y equiparó el dinero con el apoyo a la Revolución Mexicana y al movimimiento de Francisco I. Madero.

Ellos y nosotros.

A partir de sus dichos, su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, aseguró que este tipo de cooperaciones los había hecho Leona Vicario pero no había quedado grabado.  El matrimonio juzga el pasado con las herramientas del presente, simplemente es imposible.

“La teoría no implica que las personas que vulneran una ley concreta sean amorales, sino solo que su visión de lo que es bueno o malo puede diferir de la ley en cuestión o de que pueden estar menos preocupados por adherirse a esa ley concreta”, explica Per-Olof H. Wikström, Profesor de Criminología Ecológica y del Desarrollo en la Universidad de Cambridge.

El camino a seguir solo es uno: el de las leyes.

La otra pandemia, la que no abona, es la distinción entre “ellos y nosotros”: una violación a la ley no tiene apología por el hecho de que sus motivaciones sean diferentes.

La corrupción es cara para la vida pública del país, algunos personajes públicos son muy costosos y hablar siempre ha sido muy barato.

 

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