“They say the twenties are the best years of your life / But I seem to be spending mine missing sunsets”
(Dicen que los veinte son los mejores años de tu vida / Pero yo los paso perdiéndome atardeceres)

Así comienza “Genesis”, la canción que abre My 21st Century Blues, lanzado en 2023, el álbum debut de Raye. La artista británica, de ascendencia ghanesa y suiza, construye aquí un himno desgarrador sobre la lucha interna, la autodestrucción y la necesidad de encontrar luz en medio de la oscuridad.

La canción se mueve entre géneros con una fluidez que refuerza su mensaje. La base de rhythm and blues y soul le da un carácter confesional, casi íntimo, mientras que la producción electrónica introduce un aire etéreo, como si la voz de Raye flotara en un limbo emocional.

Luego, la influencia del gospel emerge en el clímax, con coros que evocan un llamado espiritual, una súplica por redención. Este entrelazamiento de estilos no es casualidad: refleja el choque entre la desesperanza y la fe, entre la caída y la posibilidad de levantarse.

“Just me, my phone, and these walls”

(Solo yo, mi teléfono y estas paredes)

El aislamiento en la era digital es un tema recurrente en la canción. El teléfono, en lugar de ser una conexión con el mundo, se convierte en un reflejo distorsionado de lo que falta.

La voz de Raye se siente frágil aquí, acompañada por una instrumentación mínima, lo que amplifica la sensación de vacío.

“I see a sad little sinner in the mirror / The devil works hard like my liver”

(Veo a una triste pecadora en el espejo / El diablo trabaja duro, como mi hígado)

La autodestrucción se hace evidente en este verso. La batalla contra los propios demonios se libra en el espejo, en los vicios, en los pensamientos que susurran que nada cambiará.

La producción se torna más densa, con sintetizadores que parecen envolver la voz de Raye, como si el peso de su propia mente la estuviera ahogando.

 

“I don’t wanna be alive, but I don’t wanna die”

(No quiero estar viva, pero no quiero morir)

Este es el corazón de la canción. No se trata solo de tristeza, sino de una desconexión total con la vida. Es el estado de quien flota en el abismo, incapaz de aferrarse a la esperanza, pero sin la voluntad de rendirse por completo.

Y entonces, en medio de la oscuridad, aparece un destello de luz.

“Let there be light”

(Que haya luz)

Aquí, el gospel toma el control. La instrumentación se expande, los coros se elevan y la desesperanza empieza a ceder ante la posibilidad de algo mejor. No es una solución instantánea, pero es un primer paso. Como Raye canta en uno de los versos más impactantes:

“Genesis one, verse three, I’ll dry my eyes”

(Génesis 1:3, secaré mis ojos)

La referencia al versículo bíblico es crucial. En la historia de la creación, la luz surge para disipar la oscuridad absoluta. Aquí, Raye la invoca no desde lo divino, sino desde la necesidad humana de creer que la vida puede mejorar.

“The only thing which darkness cannot coexist is the light”

(Lo único con lo que la oscuridad no puede coexistir es la luz)

En esta línea final, la canción encapsula su mensaje más poderoso. La oscuridad puede ser sofocante, pero la luz, por pequeña que sea, siempre tiene el poder de desafiarla.

“Genesis” no es solo una canción sobre el dolor, sino sobre el renacer. Raye, con su fusión de géneros y su lirismo brutalmente honesto, nos da un reflejo de la desesperación moderna, pero también nos deja con algo invaluable: la esperanza de que, incluso en los momentos más oscuros, la luz sigue siendo posible.

 

Comentarios

Comentarios