Uno de los afiches promocionales del álbum “Heroes” encapsula a la perfección la esencia del disco. El mañana pertenece a aquellos que pueden escucharlo venir.  

“Heroes” es un disco futurista en muchos aspectos. Las técnicas de grabación empleadas, las estrategias oblicuas de Brian Eno, las improvisaciones de Bowie frente al micrófono, inventando letras en el momento en vez de leer algo previamente escrito en un papel, el posicionamiento de los músicos, sus instrumentos y los micrófonos en el estudio, las “murallas de sonido”, el procesamiento de las pistas durante las mezclas y todos los efectos que fueron usados en las canciones de manera intencional y también accidental.

“Heroes” es efectivamente un disco adelantado a su tiempo, que continúa sonando vital y nuevo hoy en día, 45 años después. Es también uno de los trabajos más evocativos de Bowie, al invitar al oyente a imaginar una gama de personajes, lugares, momentos y sensaciones, en ocasiones con sus letras y en otras únicamente con su música. Cabe destacar que nadie tiene una interpretación definitiva sobre de que se tratan las canciones de David Bowie. Ni siquiera él mismo lo sabía con exactitud en ocasiones. Así que lo que relataré a continuación es lo que las canciones del disco me hacen visualizar cada vez que lo escucho, de manera completamente personal.  

 Bowie fotografíado por Sukita, 1977

Beauty and the Beast

El álbum arranca con una ráfaga que es inmediatamente seguida de una línea de piano. Los instrumentos poco a poco comienzan a apilarse hasta que la tensión se desbarata con una vocalización de Bowie contenida dentro de su boca. La canción estalla en un ritmo frenético, una cuasi cacofonía que sirve como vehículo para la letra fragmentada de Bowie, llena de frases que parecen ser el resultado de un tren de pensamiento preservado por el equipo en el estudio, o quizás el resultado de su técnica para escribir letras usando recortes y frases al azar. Al escuchar esta canción siempre imagino a Bowie y su banda en ese momento interpretando la canción en el estudio de grabación, unidos por una química y cohesión musical indescriptible.  

Robert Fripp, Bowie, Brian Eno. Estudios Hansa, Berlín, 1978. Fotografía de Christian Simonpietri

Joe The Lion

Esta canción es Robert Fripp. Escucharla me transporta mentalmente a la anécdota de como abordó un avión, llegó al estudio, sacó su guitarra del estuche y empezó a tocar. Esa sensación de inmediatez, improvisación y espontaneidad impregna toda la canción. En términos de la letra, es otra narrativa fracturada tan característica de Bowie, llena de surrealismo (“You get up and sleep”) y arte, una de las principales influencias durante la creación del disco. Las frecuentes visitas a museos informaron la perspectiva de Bowie al momento de plasmar sus ideas en las canciones. En “Joe The Lion”, por ejemplo, tenemos una referencia a Chris Burden (Nail me to my car and I’ll tell you who you are).  

 Bowie fotografíado por Sukita, 1977.

“Heroes”  

La legendaria muralla de sonido, la canción que en su momento no fue un éxito, pero se convirtió en uno de los temas más emblemáticos no solo de Bowie, sino de cualquier artista. “Heroes” está envuelta en algunos misterios. Bowie afirmó que se inspiró en observar a Tony Visconti y Antonia Maass escabulléndose fuera del estudio para encontrarse cerca del muro, custodiado por guardias armados. Esta historia ha sido contradicha a través de los años.

Bowie fue críptico respecto a la canción también. Llegó a dedicarla de manera literal a quienes eran considerados héroes, como los oficiales y bomberos que estuvieron en el 9/11. Pero también dejaba la puerta abierta a la noción de que la canción no tenía nada de literal, que de hecho era bastante irónica. Algo resaltado, en parte, por las comillas en el título.

En una entrevista para promocionar el álbum en 1977 Bowie es cuestionado “¿tú te consideras un héroe? A lo que Bowie responde “no, absolutamente no.” Es retado, “pero al menos eres un héroe para tus fans, ¿no crees que ellos te ven de esa manera?” a lo que Bowie afirma “no, no lo hacen.”  

Bowie fotografíado frente al muro de Berlín, 1987. Por Dennis O’Regan.

Estas son las respuestas de un artista que parece fatigado de que su trabajo sea interpretado literalmente. ¿Acaso no puede un escritor hablar a través de un personaje sin que la gente asuma que está declarando algo biográfico? En ese contexto, podemos tomar “Heroes” como una oda a lo efímero, a las perspectivas en escala. No todo lo heroico debe ser épico o de proporciones históricas.

Un acto pequeño, un cambio, una acción inconsecuente para el resto del mundo, puede ser un acto heroico. Esta parece ser la invitación de Bowie en la canción. Todos pueden aspirar al heroísmo, en sus propios términos y en su propio mundo interno. La canción tampoco ostenta ningún juicio de valor. Al contrario, es bastante franca. El narrador reconoce que seguirá bebiendo, reconoce el inminente fracaso de una relación, pero se aferra a la posibilidad de un día memorable.  

Bowie fotografiado por Sukita, 1977.

“Heroes” me hace imaginar a Bowie en el escenario, interpretando la canción a través de los años, en todas las versiones distintas en que la canción fue adaptada, acorde a las bandas, estilos y propuestas de Bowie. Lo más irónico es que la canción más famosa del álbum es mi menos preferida del mismo.  

Sons of the Silent Age

Esta es una canción muy interesante. Bowie utiliza un recurso literario que ayuda al oyente a sumergirse en el mundo interno de la canción. Lo logra haciendo referencia a bandas ficticias que solo existen dentro del universo de los personajes de la canción. Estos personajes escuchan discos de “Sam Therapy” y “King Dice”.

Este recurso hace que la narrativa tenga otra dimensión, ya no es solo algo plano o vago, más bien se vuelve más evocativo al proporcionarnos un vistazo al mundo interno de la canción. Con el simple hecho de mencionarlos, ahora podemos visualizar a las personas poniendo los álbumes en su tocadiscos, en un hogar futurista. A la vez nos preguntamos cómo suenan esas canciones y que representan para los escuchas.

Bowie se convertiría en un experto en hacer esto en sus canciones. Una especie de incepción musical y narrativa. Por otro lado, “Sons of the Silent Age” continua la tradición de Bowie inspirándose en sus ídolos. En este caso la canción “Les Vieux” de Jacques Brel, la cual dice en uno de sus versos: “los viejos ya no sueñan, sus libros se duermen.”  

Las canciones de “Heroes” representadas como libros. De Not on the high street.

 

Roquairol, Erich Heckel, 1917.

Blackout 

Durante años “Blackout” fue mi canción favorita de Bowie. La escuchaba todos los días. Me resultaba fascinante. Nunca había escuchado una canción que tuviera una estructura tan poco convencional, pero fuera tan memorable. Cuando descubrí las versiones en vivo, especialmente la del concierto de Dallas ’78, me quedé atónito al escuchar el efecto que usaba Bowie para distorsionar su voz.

Hacia parecer a la canción aún más onírica que la versión de estudio. Ni que decir de la batería de Dennis Davis, algo realmente monumental. Durante mucho tiempo creía que el sonido tan característico del principio de la canción era una guitarra procesada. Al ver el vídeo de Dallas me asombré machismo al descubrir que ¡era un violín eléctrico! Cortesía de Simon House.  

Bowie fotografiado por Peder Andersson, durante la gira ISOLAR II, 1978.

En términos musicales eso es “Blackout”: una canción única y altamente inusual, acomodada en un lugar estratégico del álbum “Heroes”, es la máxima representante de la naturaleza frenética y desorientante del disco. Interpretada magistralmente durante todos los conciertos de la gira ISOLAR II en 1978, pero jamás tocada en vivo de nuevo después de eso.  

¿Pero qué hay de la letra? Como todas las canciones de Bowie, se puede abordar desde distintos ángulos. Por un lado, podría ser una narrativa creada a partir de frases al azar las cuales Bowie obtenía con su consentida “cut-up technique” la cual aprendió de William Burroughs.

Quizás hay un toque de vivencias personales, al cantar “Someone’s back in town and the chips are down” Bowie podría haber estado referenciando un incidente de un año atrás, en el cual su distanciada esposa Angela se presentó de manera repentina y la conmoción le provocó a Bowie un desmayo. Podríamos tomarle la palabra al cantante también y asumir que la canción se trata de los apagones de Nueva York, que causaron pánico y rapiña. Lo maravilloso de la canción es que podría ser todas esas cosas al mismo tiempo.  

Bowie fotografiado por Roch Parisien, durante la gira ISOLAR II, 1978.

Cada vez que la escucho, me imagino a Bowie en el escenario en 1978 tocando la canción con su asombrosa banda.  

Bowie interpretando Blackout en Dallas, 1978. Restauración por Kieran Sussex:

 

V-2 Schneider  

Este bello tributo a Florian Schneider abre la cara B del álbum, la parte instrumental, ambiental y más introspectiva del disco. Bowie no ocultó sus influencias para crear su nueva música, todo estaba al alcance de quien quisiera explorarlo y era evidente. Si bien algunas de las corrientes que Bowie estaba absorbiendo en ese momento eran algo “frías” por clasificarlas de alguna manera, esto no se plasmaba en su trabajo.

Muchas de las canciones que Bowie hizo en este periodo son cálidas y tienen un factor humano muy latente. Desde plegarias hasta la promesa de una vida mejor, hay infinidad de sentimientos para identificarse. “V-2 Schneider” tiene saxofón cortesía de Bowie mismo, quién no buscaba una interpretación virtuosa o correcta, sino más bien estaba experimentando y aplicando toda la idiosincrasia de las indicaciones encontradas en las tarjetas que llevaba al estudio Brian Eno.  

Masayoshi Sukita fotografiado frente a sus icónicas imágenes de la sesión de fotos de 1977.

Es precisamente ese saxofón el que hace el track un deleite total y el saber que lo dejaron como una toma intacta, aún con errores, es estupendo.  

Sense of Doubt  

Esta es quizás una de las piezas más inquietantes en el catálogo de Bowie y ni siquiera tiene letra. “Sense of Doubt” hace honor a su título, dando la sensación de que algo ominoso podría ocurrir en cualquier momento. Pero a la vez, esa sensación es esporádicamente aliviada por el contraste en la canción, cuando la segunda melodía se revela. Esta es la dinámica de la pieza y se mantiene fiel a esa estructura hasta el final.

En vivo, Bowie tocaba la introducción de manera estoica, sin siquiera mirar al público, entregándose por completo a la monotonía y precisión de la música. “Sense of Doubt” siempre me hace imaginar una calle oscura, desolada y completamente silenciosa. No me sorprendió que la primera vez que vi  el documental “Ricochet”, descubrí que Gerry Troyna tenía exactamente la misma perspectiva, ya que en el documental podemos ver a Bowie caminando por calles oscuras y vacías con la canción como la banda sonora de fondo.

Parece un momento de introspección para Bowie, quién es completamente ajeno a las pocas personas que llegan a cruzar su camino. En “Ricochet”, Troyna capturó esa atmosfera a la perfección. En “Moonage Daydream” de 2022, Brett Morgen convirtió el material en un ejercicio inocuo y repetitivo al utilizar la misma secuencia de Bowie bajando por una escalera eléctrica dos veces.  

Child In Berlin, David Bowie, 1977.

 

Männerbildnis, Erich Heckel, 1919.

Moss Garden 

La siguiente pieza instrumental del álbum es mucho más confortante. “Moss Garden” está condimentada con un instrumento tradicional japonés llamado Koto. El que Bowie compró y toco él mismo en la canción se podía apreciar preservado en la exhibición Bowie Is. La pieza es altamente efectiva en su intento por transmitir la paz que Bowie probablemente sintió durante el viaje a Japón que inspiró su composición.

El oyente puede visualizar perfectamente el jardín cubierto por musgo, forrando sus rocas, árboles y estructuras. Pero la pieza tiene otro lado también. Un ruido de fondo persistente permea la pieza y se va haciendo más evidente hacia el final. ¿Se trata de un ataque aéreo que se avecina? En ese caso la pieza podría representar la calma previa a la guerra. Por otra parte, podría ser que lo peor ya ha pasado y el musgo fue lo primero en aparecer después de una catástrofe nuclear. Como mencione antes, con Bowie todo es posible.  

Jardín de musgo tradicional de Japón, seguramente similar al que inspiró a Bowie a componer su canción.

 

Koto Player at 11 AM – Scenes of the twenty-four hours, Toyohara Chikanobu, 1890.

Neuköln  

Aparentemente nombrada como el vecindario Neukölln en Alemania, esta pieza instrumental es un vistazo al panorama que Bowie podía observar cotidianamente durante su estancia en Berlín.

En términos musicales, es otra pieza algo inquietante, dominada por el saxofón de Bowie que sube y baja, complementa y finalmente estalla en un solo que lleva la pieza a su conclusión. Esa nota final del saxofón es casi como un aullido, una vociferación llena de soledad y desconcierto, lo cual hace que mucha gente opine que el álbum debería haber cerrado con esta pieza.

Sin embargo, Bowie tenía aún otro as bajo la manga. Carente de letra, este track aun así se las ingenia para ser extremadamente evocativo, al igual que las piezas anteriores. “Neuköln” me hace imaginar departamentos atiborrado de inmigrantes turcos, tan llenos que algunos de ellos tienen que dormir de pie. Una vez que el día siguiente comienza, se desplazan a sus empleos de obreros.

El oyente tan solo puede preguntarse por qué preferirían esa vida sin identidad y sin prospectos en vez de lo que ofrece su tierra natal. Entonces los personajes cobran mucho significado. Queremos saber cuáles son sus historias, cuáles son sus motivaciones. “Neuköln” parece darles voz a sus desesperadas condiciones de vida, a través del saxofón tan prominente de Bowie, que va de lo etéreo a lo casi siniestro.  

Turkish Father and Son, David Bowie, 1978.

The Secret Life of Arabia

Hemos llegado a la auténtica conclusión del álbum, la estupenda “Secret Life of Arabia”. En muchas ocasiones Bowie soltaba una pista sobre como sonaría su siguiente álbum y en el caso de “Heroes” esta canción deja la puerta abierta a cómo sonaría Lodger y los temas que abordaría.

Si bien para algunas personas no tiene lugar en el álbum, ¡para mi es una de mis canciones preferidas de Bowie! Comenzando con el motif que le hace honor total al título, sin ningún tapujo, pasando por la letra tan misteriosa, la guitarra de Carlos Alomar y las pegadizas palmadas que llevan a la canción a su conclusión (en realidad el volumen simplemente va bajando, la pieza continúa de manera perpetua en su propio universo).  

Bowie fotografiado por Sukita, 1977.

Tal como lo hizo en “Sons of The Silent Age”, en “Secret Life of Arabia” Bowie vuelve a utilizar la ficción dentro de la ficción. En este caso nos habla de que debemos ver la película “The Sand in my Eyes”. Dicho filme no existía al momento en el que Bowie creó la canción. De tal forma nos invita una vez más a imaginar y crear nuestra propia película en nuestras mentes.

Como mencione anteriormente, este recurso literario hace que las letras de Bowie sean realmente ingeniosas y complejas. La historia de la canción tiene diferentes capas, pero no podemos ni siquiera asimilar de qué se trata a grandes rasgos. Es un misterio envuelto en música fantástica. Por alguna extraña razón, “Secret Life of Arabia” nunca fue interpretada en vivo. Un amigo me dijo que su teoría es que quizás no se trasladaba de manera exitosa al contexto de un concierto. Quizás Bowie nunca tuvo la intención de tocarla en vivo y la complejidad de la música es simplemente un reflejo del lujo que podían darse en el estudio, sabiendo que la canción no iba a ser replicada jamás.

El desierto Arábico. Fotografía de dominio público.

La canción tuvo un impacto en diversos artistas, ya que fue trasladada a covers tanto por Nina Hagen como Billy Mackenzie, entre otros.  

“Secret Life of Arabia” me hace imaginar palmeras, camellos y a un Bowie con ropa para el desierto abriéndose paso entre una tormenta de arena.  

Abdulmajid (bonus track)  

Un bonus track, técnicamente no debería estar en la lista, pero cuando escucho “Heroes” siempre la escucho, personalmente me parece una gran adición. Nombrada en honor a su esposa Iman, es altamente probable que la pieza pasara años en la bóveda como un bosquejo sin terminar. Bowie debió haberla concluido y modificado para su lanzamiento durante la campaña de Ryko en 1991. En ese sentido, es una pieza muy interesante.

Suena extremadamente avant-garde en el contexto de 1977, pero entonces debemos recordar que es probable que sea una creación más moderna, por lo que, de haber sido incluida en el álbum, habría sonado totalmente distinta. Visto desde esa perspectiva, “Abdulmajid” no tiene lugar en el álbum, nunca lo tuvo. Su destino desde el principio parece haber sido material adicional. Pero eso no le resta nada, al contrario, la convierte en una joya oculta que poca gente se ha dado a la tarea de escuchar. A mí en lo particular me hace imaginar una jungla húmeda por la lluvia, en la cual se pueden ver enormes gotas de agua en las hojas, dializándose lentamente y cayendo desde ellas.  

La jungla húmeda que evoca la misteriosa Abdulmajid. Fotografía de dominio público.

“Heroes” autografiado por Brian Eno, de la colección de Francisco Beristain.

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