Playa 1: Los Límites de la Fantasía
La escena era de ensueño: una alberca de tamaño mediano en un día extraordinariamente caluroso, los cuerpos sudados cuyas gotas que los recorría solo proclamaban el ansia por estar empapados dentro del cuerpo de agua.
La mayoría de los asistentes comenzó a correr. Me llamó la atención que todos tenían lentes oscuros que no fueron impedimento para lanzarse a la alberca. En los momentos de diversión parece que hay muchas escenas al mismo tiempo y nuestro ojo es capaz de verlas en su conjunto y a su detalle.
Estaba, en ese momento, observando los cuerpos de ellas, de ellos, la forma que el cabello toma cuando se moja, de cómo la madera que rodeaba la alberca comenzaba a mancharse momentáneamente por las gotas que sobre ella caían. La música de fondo era “Hollywood Dreams/Come Down” de Post Malone.
La canción es un sampleo directo a “Dreams” de Fleetwood Mac. Me llamó la atención la voz de Austin Richard Post, el verdadero nombre del neoyorkino. “Post Malone” es su nombre artístico que uso su apellido y un generador de nombres de rap para el segundo. Es un rapero, cantante, compositor y productor discográfico.
De “Hollywood Dreams/Come Down” me llamó la atención la nostalgia anticipada de los lugares que son inexistentes y que solo son fútiles en el ansia de las fantasías.
De pronto el teléfono sonó, el presente se volvió pasado y atravesé un puente de metal. La alberca aparecía en la pantalla de mi computadora a cada momento y me transportaba a sitios lejanos con la fantasía que anticipaba el puente mencionado y una promesa de llegar al cementerio.
La playa ya no existe. La fantasía se tornó exquisitas convivencias que se agotaron en lo ajeno. La distancia llegó. La música sigue… ella existe sin percibirse.
Playa 2: La Ilusión de lo Finito
La playa era completamente silenciosa y estaba a nuestros pies. Calculo que eran unos 10 kilómetros cuadrados en los que el agua solo nos llegaba a los tobillos. Me gustaba el silencio que solo es envuelto por el viento y me gustó imaginar la planta de sus pies al contacto con la arena.
Llegamos a unas formaciones rocosas a la orilla del mar. Las piedras lastimaron la planta de mis pies, pero ello no me impidió que nos acercáramos y las gotas saladas de mar de nuestros cuerpos se acercaran.
El camino de regreso, aquel que lleva a los parajes donde los espíritus no ofrecen vino a sus huéspedes desde 1969, fue extraordinario: los cactus se dibujaban frente al horizonte que presumía un atardecer en desde la lejanía del mar.
Sonó “Circles”… de nuevo Post Malone, la canción, contagiosa como un remolino, es sombría: trata sobre una relación que se apagó, en la que la ilusión se perdió. En ese momento no me identifiqué con la letra, pues la permanencia de la armonía del presente borra los nubarrones que se esconden.
La playa ya no existe. La ilusión se tornó la ausencia que se agota a cada segundo que pasa, que hace a los días, años.
La música sigue… ella existe sin que me perciba.
¿Quién no puede relacionarse con la inexistencia? Corremos en círculos solamente para enfrentar la visibilidad de nuestras alucinaciones… estamos destinados a suceder.