A lo largo de su vida, David Bowie tuvo un profundo interés por el Budismo. Lama Chime Tulku Rinpoche fue su tutor durante unos meses en Londres. El consejo que Chime le dio a Bowie después de las clases fue: “Tú no quieres ser un monje budista. Sigue tu camino en la música”.

Bowie fotografiado por Tony Visconti, 1968.

Rinpoche también fue instructor de Tony Visconti. En este contexto, el Budismo parecía ser una moda más en Londres, con practicantes eligiendo que aspectos de la religión les gustaban más para identificarse con ellos, pero no apegándose de manera comprometida y llena al estilo de vida que se requería. Bowie considero brevemente retirarse a un monasterio y vivir como un monje, pero descartó la idea después de una conversación que abordaremos más tarde. Tony Visconti sin embargo, se tomó el Budismo más en serio en aquel momento.

A pesar de su reticencia por volverse un practicante de tiempo completo, el interés por Bowie en el Budismo jamás se disipó y se convertiría en un tema que abordaría de manera recurrente a lo largo de su carrera. Primero con “Silly Boy Blue” de su primer álbum. En palabras del propio Bowie, esta canción era un tributo a Chime (¡cuyo nombre inclusive es repetido varias veces en la versión re-grabada de Toy!)  “You’ll never leave your body now, you’ve got to wait to die.” Es una de las frases más conmovedoras de la canción. Esta preocupación y fascinación por el tema de la reencarnación sería otra constante, derivada del interés de Bowie por la religión.

Bowie fotografiado por Dezo Hoffman, 1968.

 

Bowie fotografiado por Dezo Hoffman, 1968.

En los Noventas el tema se coló de nuevo al trabajo de Bowie en la contuendente “Seven Years in Tibet” la canción que el mismo Bowie identificó como su favorita de Earthling. Es fascinante imaginar cómo en 1967 un Bowie prácticamente desconocido grababa en el estudio sus composiciones acerca del Budismo y exactamente veinte años después, como una estrella de talla mundial indiscutible, se encontraba cantando sobre el mismo tema. Una prueba de que los intereses son cíclicos y nunca nos abandonan. El título de la canción estuvo directamente inspirado en el libro del mismo nombre, escrito por Heinrich Harrer. Un pasaje del libro describe Lhasa y las esculturas de mantequilla de Yak realizadas en el invierno.

Bowie fotografiado por Pat Pope, 1997.

Dicha descripción es replicada por Bowie en la canción Silly Boy Blue. Bowie descubrió el libro a los 19 años y el impacto fue inmensurable. Fue el catalizador de su interés en el Budismo, mismo interés que lo llevaría a visitar la Tibet House de Londres tan frecuentemente como cuatro veces a la semana y a considerar cambios radicales en su estilo de vida. No es sorprendente que el titulo resurgiera en su trabajo dos décadas después.

“Seven Years in Tibet” también estuvo inspirada en parte en Rinpoche, así como en el conflicto del Tibet, el cual era de profundo interés para Bowie. Como una muestra de apoyo, Bowie re-grabo la canción en mandarín, en una versión titulada “A Fleeting Moment” (Cha Na Tian Di). La letra que Bowie canta en esta versión no es una traducción directa, sino más bien una letra completamente distinta. La letra fue escrita por Lin Xi, en un proyecto coordinado por Wong Chi-Chung. Bowie describió esta versión como un regalo para Hong Kong. La canción primero fue incluida de manera exclusiva en un segundo disco para la edición China de Earthling. Años más tarde fue incluida en re-ediciones expandidas de Earthling. Un video musical con tomas distintas al original también fue creado para promocionar la versión.

Letra en mandarín de “Seven Years in Tibet”, titulada “A Fleeting Moment”.

Edición de Hong Kong de Earthling, con “A Fleeting Moment” incluida en un segundo disco. Colección Francisco Beristain)

Mira aquí la versión en Mandarín de Seven Years in Tibet:

La otra canción que aborda este tema es “Karma Man”.  El primer encuentro que Bowie tuvo con Rinpoche lo marcó profundamente y quedó plasmado en la letra de la canción. Bowie lo describió así:

“Entré a la oficina de la casa del Tibet en Londres y no parecía haber nadie. Bajé las escaleras y vi a un hombre con una túnica azafrán”.

Lama Chime Tulku Rinpoche. Fotografía Telegraph.

Bowie plasmaría a Rinpoche de igual manera en la letra de “Karma Man”:

” A figure sitting cross-legged on the floor

He’s clogged and clothed in saffron robes
His beads are all he owns”

El tema de la reencarnación es abordado de nuevo, demostrando ser una de las áreas de mayor interés para Bowie durante sus estudios:

“Karma man tattooed on your side, the wheel of life
I see my times and who I’ve been I only live now and I don’t know why”

La letra completa es sumamente admirable, sobre todo considerando que Bowie tenía tan solo 20 años cuando la escribió. La madurez y elocuencia en su narrativa parece adelantada a su edad, un vistazo del talento como escritor y compositor que ya era palpable, pero hasta ese momento sumamente infravalorado. En lo personal, “Karma Man” me parece una de las composiciones más brillantes del joven Bowie de los sesentas.

Bowie fotografiado por Peter Freeman, 1968.

Basta con darle un vistazo al primer verso de la letra. Bowie escribió seis renglones, los cuales  recita de manera fluida y segura. Se lee más como la narrativa de un cuento que una canción como tal, pero Bowie la hace funcionar, la hace musical.

El personaje de la canción, a pesar de estar inspirado en Rinpoche, se asemeja más a un ser fantástico propio de una historieta cómica (¿Cómo las que lee “Uncle Arthur?”). Es además, un personaje más en la lista de arquetipos que Bowie creó para sus canciones y proyectos: Shadow Man, Starman, Rainbowman, Gangsterman, Hypeman, Cowboyman.

Bowie fotografiado por Peter Freeman, 1968.

Sería grato saber qué opina Rinpoche sobre estas canciones inspiradas en sus enseñanzas y personas, pero podemos asumir que dada la duración de su amistad (hasta el fallecimiento de Bowie) y las múltiples veces en que volvieron a encontrarse y hablaron por teléfono, podemos asumir que le deben haber parecido sumamente halagadoras.

Como se mencionó anteriormente, Bowie estaba indeciso sobre el camino de su vida y en sus propias palabras, estaba “a un mes de rasurase la cabeza e internarse en un monasterio.” Nunca lo sabremos con certeza, pero quizás el consejo que recibió de Chime tuvo un gran impacto en su determinación por convertirse en un músico exitoso.

Bowie fotografiado por Peter Freeman, 1968.

La siguiente experiencia que tendría un notable impacto en la apreciación de Bowie por la espiritualidad sería su descubrimiento de Indonesia. Bowie vacacionó en el país con Iggy Pop en los años ochenta (dicho viaje siendo la inspiración para la canción “Tumble and Twirl” en Tonight). Dicho viaje trascendería el recuerdo de unas pintorescas vacaciones y se convertiría en tan solo la primera de una infinidad de visitas. Bowie compró una propiedad en Bali y dicha residencia se convirtió en uno de sus lugares favoritos en el mundo entero. La casa de Bali era un santuario donde Bowie podía alejarse de la vida cotidiana, de la fama y de las distracciones. En ese hogar, creo infinidad de pinturas, escribió canciones y continúo su aprendizaje sobre una cultura que lo fascinaría profundamente. Durante sus estancias en Indonesia Bowie era asiduo a visitar templos y a interactuar de primera mano con los rituales y practicas budistas de la región.

El Budismo permeó las creencias de Bowie hasta el final de su vida, una muestra fue su último deseo: Que sus cenizas fueran esparcidas de acuerdo a los rituales budistas de Bali en la isla, en vez de un funeral convencional. Este deseo refleja como la preocupación y el interés por la reencarnación nunca abandonaron los pensamientos de Bowie, desde que tenía 19 años. La petición de Bowie corresponde con el deseo de renacer y continuar practicando el Dharma.

Bowie fotografiado por Peter Freeman, 1968.

A pesar del asombroso trasfondo de “Karma Man”, la canción pasó completamente desapercibida. Grabada el 1 de septiembre de 1967, originalmente estaba considerada para un segundo álbum para DERAM, el cual terminaría siendo cancelado ante el fracaso comercial del debut de Bowie y subsecuentes sencillos. Sin embargo, más tarde DERAM terminaría incluyendo la canción en la recopilación The World of David Bowie, el primero de sus intentos por capitalizar el éxito que Bowie tuvo posteriormente. “Karma Man” sería interpretada en vivo por el cantante en algunas ocasiones a finales de los sesenta y durante la transición de los setenta encaminada a Hunky Dory, pero no se volvería a aparecer en sus setlists jamás, ni tampoco sería mencionada por Bowie.

The World of David Bowie.

Escucha la versión original de Karma Man:

 

Eso no significa que quedara del todo en el olvido. “Karma Man” resulto ser una de las canciones que Bowie eligió para re-grabar en el proyecto que se convertiría en el álbum de estudio Toy. Por años, “Karma Man” fue tan solo un rumor. Había comentarios acerca de que había sido re-grabada durante las sesiones, pero no había ninguna prueba. Cuando una versión sin mezclar de Toy se filtró al internet en 2011, la ausencia de ella era notable, a tal grado que se llegó a pensar que no existía. No fue hasta el lanzamiento oficial de Toy en 2021, que finalmente pudimos confirmar la existencia de la nueva versión. ¡No solo eso, sino que también pudimos escucharla al fin! Fue una larga espera, pero en lo personal se convirtió en una de mis canciones favoritas del álbum. Esta versión de “Karma Man” encapsula a la perfección todo lo que Toy se propuso lograr: Es alegre, tiene una energía implacable, muestra una madurez evidente en su autor creando un contraste fabuloso con la original y sobre todo, el tiempo que estuvo enlatada la convirtió en una pieza mítica.

Bowie fotografiado por Peter Freeman, 1968.

Musicalmente, “Karma Man” en Toy es completamente congruente con el sonido y la producción del resto de las canciones pero no queda fuera de lugar junto con cualquier otra canción del catálogo tardío de Bowie, lo cual habla de su versatilidad. El músico vietnamita Cuong Vu contribuyó trompeta a la grabación, mientras que Emm Gryner y Holly Palmer cantaron las melodías de fondo y coros. Lo más interesante de esta versión es la voz de Bowie. Mientras que en la versión original se las ingenió para cantar toda la letra sin recurrir a un ritmo frenético, en la versión de Toy sucede todo lo contrario. La velocidad con la que Bowie canta los versos es tan acelerada, que es cuasi-caricaturesca. En el último refrán antes de los coros, regresa a su voz normal, creando un contraste entre la madurez de su voz al cantar con la personificación de la veloz narración anterior. Una vez que llega el coro, es melodía y armonía pura. La voz de Bowie complementada a la perfección por Holly y Emm. Es aquí donde nos damos cuenta de la broma que Bowie le está jugando al escucha:

“Slow down
Slow down

Someone must have said, let’s slow him down”

Escucha la versión de “Karma Man” grabada para Toy

 

Bowie está auto-referenciando su manera de cantar los versos de la canción. Este es uno de muchos detalles en los que es evidente como el humor fue algo que permeó las sesiones de Toy. Bowie no estaba tomándoselo como algo de vida o muerte. Para él era una manera de abordar su nostalgia de manera productiva (no todo fueron re-grabaciones, las sesiones de Toy vieron nacer varias canciones completamente nuevas) otro ejemplo sería la inclusión de “Can’t Help Thinking About Me” en el álbum a pesar de que Bowie la describiera como “la peor letra que he escrito” durante su presentación en VH1 Storytellers.

Sin embargo, en 1968 “Slow down, slow down” bien podría haber sido un consejo de Bowie para sí mismo, respecto a su compromiso con el Budismo. Como todas las canciones de Bowie, siempre estará abierta a interpretación.

“Karma Man” es digna de una reexaminación si es que sigue pasando desapercibida del radar del lector. Puede parecer abrumadora por el complejo trasfondo de la historia de Bowie con el budismo, pero en realidad es una canción sumamente divertida y evocativa.

Rinpoche fotografiado para The Buddhist Society.

Por último, Chime dedicó un tributo a Bowie tras su fallecimiento en 2016 y dijo:

“I cannot express in words. I am so sad. I’ll meet him again in the next life”.

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