Las grabaciones del álbum The Man Who Sold The World fueron un periodo interesante en la vida y la carrera de David Bowie. Había tenido una probada del éxito que tanto anhelaba gracias a “Space Oddity”. Pero fue momentáneo. El segundo álbum homónimo fue un gran logro artístico pero un fracaso en ventas. Bowie se encontraba ante la oportunidad de grabar un disco sin presión, sin nada que probar, ya que pocas personas habían apreciado realmente el anterior. El prospecto de poder volver a plasmar sus ideas en un estudio siempre había sido su máxima aspiración, pero en esta ocasión Bowie se encontraba a sí mismo más interesado en la primera fase de su matrimonio con Angela.

Bowie en Haddon Hall fotografiado por Keith Macmillan, 1970.

Pasaban largos ratos fuera, comprando antigüedades y ropa, bebiendo y fumando con amigos en su mansión Haddon Hall, viviendo un romance que sería idílico, pero también breve. Como consecuencia, Bowie se ausentó durante gran parte de las grabaciones del disco. En ocasiones Tony Visconti y la banda (que ya incluía al legendario Mick Ronson) improvisaban y componían piezas por su cuenta, a las que Bowie únicamente agregaba sus letras al final del día.

En otras ocasiones, Bowie les proporcionaba a Visconti y la banda un demo muy rudimentario, con melodías vocalizadas, sin letra, para que ellos desarrollaran y expandieran por su cuenta. Por un lado, este extraño método de trabajo, que podría parecer desinteresado, dio como resultado uno de los mejores discos de Bowie de toda su carrera. Por otro lado, era un detrimento para la paciencia del productor, quien sentía que Bowie no se tomaba en serio las sesiones. Sería la última vez que trabajarían juntos hasta 1974. Visconti no tenía mucho de qué preocuparse, Bowie no volvería a trabajar de esta manera… en adelante estaría sumamente involucrado en cada detalle de sus discos.

Bowie en Haddon Hall fotografiado por Keith Macmillan, 1970.

“She Shook Me Cold” en particular, es una de mis canciones favoritas del álbum, el cual a lo largo de los años ha sido recordado únicamente por la canción titular. Mick Ronson tuvo mano libre a la hora de crear la composición, apartándose completamente del folk gentil y melódico del álbum anterior, optando en su lugar por una especie de “proto-metal.” Cada disco de Bowie exploraba un género distinto y en The Man Who Sold The World, encontramos a Bowie en los mismos pasajes sonoros que Black Sabbath, Led Zeppelin y Cream. Si consideramos que el siguiente álbum marca el comienzo de la segunda etapa de su carrera, entonces este disco definitivamente es el más contundente de la primera fase.

Bowie en Haddon Hall fotografiado por Keith Macmillan, 1970.

Musicalmente, Mick Ronson demuestra por qué era un guitarrista virtuoso y majestuoso. Woody Woodmansey crea una cacofonía castigando los platillos de su batería y Tony Visconti por momentos complementa y opaca a Mick con su bajo, el cual tiene más volumen en esta canción que en cualquier otra del álbum, haciendo acrobacias y llenando el espacio con notas de manera frenética hasta el final de la pieza, recordando un poco a la potente interpretación en vivo de “The Width of a Circle” que alcanzaría 15 minutos de duración durante el concierto del Hammersmith Odeon en 1973. Todo este poder musical estaba contenido en el sótano de la mansión de Bowie. Esperando a que él apareciera para escuchar lo que la banda había ensayado y dar el toque final: su entonces joven e increíblemente dinámica voz.

Bowie en Haddon Hall fotografiado por Keith Macmillan, 1970.

En el caso de “She Shook Me Cold” la cual se titulaba “Suck” durante las grabaciones del disco, encontramos a Bowie creando la narrativa perfecta para semejante compañía musical: Una historia llena de lujuria y sexo.

“We met upon a hill, the night was cool and still
She sucked my dormant will

Mother, she blew my brain, I will go back again”

Bowie y Angela en Haddon Hall fotografiados por Dennis Stone, 1971.

El Bowie de este entonces estaba sumergido en lectura sobre alquimia, magia, Aleister Crowley, la Kabbalah, el ocultismo y filósofos como Friedrich Nietzsche. Es fácil percibir la combinación de todas estas influencias e intereses plasmados en sus versos y temas a través del álbum. En esta canción, nuestro narrador nos cuenta con lujo de detalle uno de sus encuentros con la mítica mujer que se convirtió en su perdición, en su única adversaria tras años de pretendientes que habían sido usadas y descartadas. El verso:

“I had no time to spare, I grabbed her golden hair

And threw her to the ground”

Bowie en Haddon Hall fotografiado por Dennis Stone, 1971.

Es bastante dual, ya que si imaginamos al propio Bowie como el protagonista de la historia, nos encontraríamos con una escena en la que se enfrenta a una contraparte femenina prácticamente idéntica. En ese entonces, Bowie también ostentaba una cabellera dorada que descendía hasta sus hombros y se encontraba explorando y experimentando con los límites de lo que se consideraba masculino y femenino, en su forma de vestir, pensar y vivir.

El verso:

“I was very smart
Broke the gentle hearts of many young virgins”

Parece extraído de los apuntes de Robert Plant. Bowie podía emular cada aspecto de los estilos que exploraba. No solo musicalmente, sino también en términos de su perspectiva al escribir las letras. No sabemos si Bowie bajó al sótano con una letra terminada o si la improviso mientras escuchaba a la banda tocar, pero es irrefutable que plasmó de manera satisfactoria una introducción, desarrollo y desenlace dentro de los confines de la duración de la pieza. Tras un pasaje instrumental sumamente climático y trepidante, la canción llega a su clímax con Bowie volviendo de su ausencia para recitar:

“I’ll give my love in vain, to reach that peak again
We met upon a hill
Mother, she blew my brain, I will go back again

My god, she shook me cold”

Bowie y Angela en Haddon Hall fotografiados por Dennis Stone, 1971.

Y con una última nota alta, se despide a la par que la banda concluye la canción más avasallante del álbum. Visconti y compañía dijeron que el sonido tan directo y robusto de la canción había sido plasmado así de manera intencional para ser replicado en vivo y que los fanáticos no se sintieran decepcionados. Sin embargo, dicha iniciativa nunca se llevaría a cabo… al menos no con Bowie en un escenario.

Nunca tocó la canción en ningún concierto, ni siquiera la mencionó en ningún momento posterior a la grabación y muy probablemente la olvidó por completo, sepultada bajo cientos de canciones que continuaría grabando. Lo más cercano que pudimos escuchar en cuanto al sonido de la canción en vivo fueron las presentaciones de “Holy Holy”, lideradas por el propio Visconti y con Woody Woodmansey de vuelta en la batería.

Bowie en Haddon Hall fotografiados por Dennis Stone, 1971.

Tardé bastante en descubrir la magia de “She Shook Me Cold”. No fue hasta el 2011, ocho años después de haber adquirido el álbum, que le presté atención por primera vez a la canción. Basto una sola escucha atenta para que se quedara grabada de manera permanente en mi mente, dejando una impresión indeleble. La canción que, para mí, define el sonido del álbum. La que engloba de manera perfecta todos los temas y preocupaciones de Bowie en ese año y la canción más misteriosa por las posibilidades que nunca se materializaron (¿Cómo habría sonado en vivo con Bowie?) Pero la canción trasciende los confines del álbum, siendo una de mis favoritas del catálogo entero del cantante. Una canción que no me canso de escuchar desde hace años y me sigue envolviendo, alterando y emocionando cada vez que llega a la cúspide de su crescendo.

“She blew my brains, I will go back again”

Qué palabras tan ciertas.

Bowie en Haddon Hall fotografiado por Louanne Richards, 1971.

Comentarios

Comentarios