Agobiado por recrear en su mente una fantasía de infidelidad de su esposa, el médico William Harford camina por las calles de Nueva York hasta llegar por causalidad a Café Sonata donde el piano es tocado por su amigo Nick Nightingale.

Nick es indiscreto: le cuenta que, a veces, toca el piano con los ojos vendados para hombres y mujeres que practican sexo grupal. Bill insiste en ir y obtiene la contraseña: “Fidelio”; y decide asistir con el único requisito necesario, una máscara y una túnica.

Al ingresar a la mansión, Bill se da cuenta de que el sexo grupal es algo más: observa 11 figuras con túnicas negras en círculo mientras un sacerdote vestido de rojo carga un sahumerio que arroja una leve exhalación de humo. Alrededor se cuentan unas 50 personas por lo menos.

Mientras la escena es acompañada por cantos, el sacerdote golpea el suelo con un cetro. Al segundo toque, las túnicas caen y cuerpos desnudos de mujeres con solo máscaras llena la escena.

El sahumerio se balancea, las mujeres desnudas se hincan y aparentan besarse detrás de las máscaras. Nuevos golpes del cetro, a cada sonido una mujer se levanta y elije a algunos de los espectadores. Una mujer elije a Bill y la música se pierde.

La escena pertenece a “Eyes Wide Shut”, última película de Stanley Kubrick, quien murió poco después de terminar el rodaje. La película fue estelarizada por Tom Cruise y Nicole Kidman, quienes abandonaron su matrimonio luego de terminar el rodaje.

La escena de la orgía se vuelve más esotérica en manos de Jocelyn Pook, violinista, pianista y compositora británica, que debutó en cine con la musicalización de algunas partes de este filme de 159 minutos.

La canción que moldea el rito es “Masked Ball” y forma parte del disco “Flood” de Pook. Si bien la melodía de 6 minutos con 11 segundos, que es puesta en su totalidad en el filme, es la más conocida, la grabación vale la pena por sus ambientes.

“Masked Ball” toma su sonido oscuro y bizarro voces de sacerdotes cristianos ortodoxos reproducidos al revés. El resto de las composiciones de “Flood” llevan a estadíos similares con cantos místicos, oscurantistas y mediavales.

Según Pook, que ha trabajado con Peter Gabriel, Massive Attack, Nick Cave y PJ Harvey, el objetivo de “Flood” fue conceptualizar, con voces e instrumentos de muchas culturas, el fin del mundo. Es así que se vuelve inclasificable por la fusión de estilos, cuerdas y voces.

“Tú no perteneces aquí”, le advierte la mujer a Bill, quien al final, luego de caminar por los pasillo de la mansión escenario de la orgía, es descubierto y expulsado de ella bajo la ¿mirada? de máscaras y las inquietantes de un piano. La realidad, nacida de una infidelidad inventada, se torna peligrosa.

“Masked Ball” da forma al vehículo de Stanley Kubrick para romper los límites de la realidad y la fantasía. Ambas peligrosas al llevarlas al límite, pero inofensivas cuando no podemos redimirlas. El placer sin ataduras contra las fantasías caóticas.

Al final, la ironía no son las máscaras sino las representaciones que hacemos de su ausencia. En las vidas secretas, públicas y personales nos hemos vuelto singularidades de nuestra representación.

 

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