En 1993, un amigo del director de cine Jonathan Demme, ganador del Óscar por “El Silencio de los Inocentes” había muerto de sida en plena cúspide de la enfermedad que, además de acabar con la vida, tiene una alta estigmatización para quien la sufre.
Con la muerte de su amigo decidió hacer una película como un mensaje directo para quienes tenían una posición negativa y juiciosa sobre la enfermedad. Así nació “Philadelphia”: la historia de dos abogados, uno gay e infectado del virus y el otro su defensor ante la negativa de la sociedad por aceptarlo.
Demme quería una canción para el arranque de la película. Ya tenía una para la parte final llamada “Southern Man” de Neil Young que utilizaba la metáfora del racismo contra la piel negra como alegoría sobre el rechazo a los enfermos de sida.
Apareció en escena Bruce Springsteen. Luego de un largo camino para llegar a él y de una posible negativa, lo convencieron de ver la película y quedó impactado por la historia. El impacto se sumó al luto que tenía pues un amigo cercano había muerto meses atrás.
La historia se vuelve fascinante, el “boss” ya tenía la letra y comenzó a ponerle batería y armarla bajo los cánones del rock. Las cosas comenzaron a no funcionar pues quería una melodía suave, una canción de amor fraternal. Decidió hacer una maqueta solo con un par de sintetizadores y una batería electrónica.
La maqueta para él era algo no terminado; así la mando a Demme quien la canción le fascinó tal cual estaba y tal cual la conoce el mundo. Una obra inacabada supuestamente de Springsteen se convirtió en una obra maestra. Una canción sencilla, simple y suave. Su nombre “Streets of Philadelphia”.
“Eventualmente, se me ocurrió ese pequeño ritmo y pensé que no era lo que él quería, pero se la envié de todos modos”, dijo el cantante en 2017 sobre la anécdota de la canción.
La canción tuvo un éxito descomunal. Ganó el Óscar a la mejor canción, el Grammy por la misma razón, la mejor interpretación vocal, la mención canción de rock y la mejor canción para una película. Cabe destacar que era la primera vez que el “boss” escribía una canción específicamente para una película.
El video complementa la música: se ve caminar a Springsteen por las calles desoladas de Philadelphia, camina por el Río Delaware con el puente Benjamin Franklin de fondo. En el video, que fue dirigido por el mismo Demme y su sobrino Ted, aparecen escenas de la película.
Aunque es parte de ella, la muerte lacera la vida. Avanzamos cada día, en cada paso a que ella nos cobije y una enfermedad puede ser uno de los caminos más angustiantes. En la falta de salud pocos ángeles se atreven a bajar, son muy valiosos cuando lo hacen.
Imaginemos ahora la deslealtad mayor de un ser humano cuando rechaza al otro por su preferencia sexual, su color de piel o una enfermedad. Dejamos de pertenecer poco a poco.
En la lucidez del silencio gritamos los momentos que construimos, en los soplos de nuestro aliento buscamos que nos devuelvan la vida, en el tiempo desperdiciado buscamos viejos sueños. Solo resta nuestra fe que paraliza a esos perseguidores.