Fue en un restaurante en medio de un recorrido cuando las entrevistas de reportero a servidor público se convirtieron en una confianza mutua que se llegaría a fortalecer a lo largo de los años.
Recuerdo que hacíamos un trabajo sobre pirotecnia en las comunidades rurales y la obligación de todos a regularla. No era para menos: había “polvorines” con artesanos trabajando pólvora y fumando al mismo tiempo. El miedo recorrió la espalda cuando estábamos a pocos metros.
“Ahora entiendes la necesidad de regular, los artesanos deberían ser empresarios. Ser capacitados y saber que no pueden hacer este tipo de cosas que los ponen en un accidente fatal”, explicó en la camioneta.
Luego del recorrido de casi cuatro horas, nos detuvimos a comer en un restaurante a pie de carretera y nos olvidamos un poco del trabajo. Comenzó a reír con sus compañeros de una forma bastante peculiar. El ambiente nos contagió a todos.
Estuvo en su cargo unos 6 años antes de irse al Gobierno Federal… Nos encontramos en 2016 en un evento en Los Pinos y nos saludamos con mucho afecto. Fue una breve plática de 3 minutos en la que recordamos apenas un par de anécdotas.
La amistad se fortaleció en pandemia: junto con otro amigo reportero y él, cada martes nos conectábamos para hacer un programa en vivo sobre los temas nacionales de interés.
Conocí dos facetas más de él: que su curriculum comenzaba tres sexenios antes de lo que pensé, que, a diferencia de muchos muchos políticos, no se había enriquecido con negocios y que le lastimaba lo que estaba pasando a nivel país con el cambio de gobierno. Me di cuenta de sus aportaciones a su ámbito y no eran nada menores.
El programa lo veían pocas personas, pero nos encantaba conversar hasta 90 minutos en vivo sobre diversos temas. Era una verdadera enciclopedia de anécdotas y hechos.
Hablamos un par de veces por teléfono y la confianza y amistad se acrecentó: me dio sus memorias para que las leyera (con unos temas a nivel nacional que espero vean la luz), me confesó que su consultoría avanzaba muy lento y que la burocracia del gobierno le impedía tener su pensión, recurso que necesitaba, pues sus ahorros se agotaban.
La última vez que le vi fue en un desayuno hace un par de meses: su situación económica se mantenía complicada, pero tenía muchas ganar de armar reportajes conmigo.
Algunos se lograron. Un último detalle me llamó la atención: cargaba con él, colgadas al cuello, unas 4 o 5 memorias USB, me dijo que era para tener la información a la mano. Me compartió algunos documentos y valoré de nuevo su trabajo en su sector: era el creador de varios programas nacionales que siguen vigentes a la fecha.
Murió la semana pasada de una forma repentina. Lo lamenté mucho. Extrañaré sus charlas, sus enseñanzas y de muchas anécdotas (la última que me contó fue cuando estuvo a punto de morir en un avión al norte del país).
Ignoro que música era de su agrado, pero siempre tenía un “me gusta” para estas publicaciones de sábado. Estas líneas extrañarán su amable visto bueno.
Para él: “The Silent Man” de Dream Theater: que es la tercera parte del ciclo “A Mind Beside Itself”, que, basado en la ruptura de un padre y un hijo, nos habla de la fe por revertir las cosas y de cómo nunca llegamos a conocer a las personas en su totalidad. Ofrece un tono religioso que le da un toque sombrío.
Se cree que “The Silent Man” está basado en una de las historias del libro Las mil y una noches. Las líneas “A question well served, is silence like a fever or a voice never heard, or a message with no receiver?” son del prólogo del libro, y la línea “I could sail by on the winds of silence” son palabras de Simbad.
Navegue en los vientos del silencio, no del olvido.