Nobody’s gonna love you the same way
(Nadie te va a amar de la misma manera)
Something To Believe
Titanic Rising de Weyes Blood desafía las fronteras de lo real y lo imaginario, y nos lleva a una experiencia emocional tan densa y dual como la paradoja del gato de Schrödinger. Esta teoría, formulada por el físico Erwin Schrödinger, imagina un experimento en el que un gato dentro de una caja cerrada existe simultáneamente vivo y muerto hasta que alguien la abre y observa. En esta “superposición”, dos estados opuestos coexisten. Weyes Blood adapta esta idea en su música: el amor y la desilusión, la esperanza y el desencanto conviven en cada canción, creando un estado emocional incierto y profundo.
Lanzado en 2019, Titanic Rising habita en este espacio de superposición emocional. Weyes Blood (Natalie Mering) construye canciones en el umbral entre el pasado y el futuro, entre sueños idealizados y un presente complejo.
Como si abriéramos una caja musical de Schrödinger, encontramos un universo donde todo puede ser y no ser a la vez: nostalgia y futurismo, amor y desencanto. Cada tema abre una nueva caja emocional en la que el amor, la pérdida y el deseo coexisten en tensión constante.
“Movies” y el Poder de la Fantasía
“Movies”, una de las canciones más cautivadoras del álbum, se convierte en el centro gravitacional de Titanic Rising. Con un ritmo hipnótico y una instrumentación que se expande y contrae como un suspiro profundo, Weyes Blood transporta al oyente al mundo de su fascinación por el cine, esa forma de arte que, al igual que la música, vive entre lo real y lo ficticio. En “Movies”, ella abre una caja de Schrödinger en la que el poder de las películas existe y se desvanece a la vez, en un vaivén entre sueños y desilusiones.
Una de las líneas más potentes de la canción es: “This is how it feels to be in love… this is how it feels to be alive.” (“Así se siente estar enamorado… así se siente estar vivo.”). Es una declaración intensa, casi un lamento. ¿Cuántas veces el cine nos ha mostrado el amor y la vida de forma tan idealizada que, al buscar esa intensidad en la vida real, nos sentimos vacíos? Mering parece sugerir que la vida, en comparación con las historias en pantalla, pierde algo de su brillo.
El momento más devastador de “Movies” llega cuando ella canta: “The meaning of life doesn’t seem to shine like that screen” (“El significado de la vida no parece brillar como esa pantalla”). En este verso, Mering nos recuerda cómo el cine deslumbra con ilusiones tan atractivas que eclipsan la realidad. Vivimos buscando experiencias tan grandiosas como las de la pantalla, pero en el fondo sabemos que la vida rara vez alcanza esas expectativas.
La música en esta canción emplea sintetizadores que imitan el flujo del agua y crean una sensación de inmersión y ahogo. La canción nos atrapa en una corriente donde la fantasía y la evasión conviven con el vacío que sentimos al recordar que esas emociones intensas no nos pertenecen del todo.
Nostalgia y futuro: Las Letras en Titanic Rising
Este juego de anhelo y desilusión se refleja a lo largo del álbum, donde Mering explora la vida moderna con un tono melancólico y casi apocalíptico. En “A Lot’s Gonna Change”, que abre el álbum, canta: “If I could go back to a time before now / Before I ever knew what I was about” (“Si pudiera volver a un tiempo anterior a este / Antes de saber de qué iba yo”). Aquí, Mering expresa el deseo de regresar a un pasado idealizado, pero también la conciencia de que esa nostalgia puede ser una trampa. Es como si ella supiera que ese “mejor pasado” nunca existió del todo; es otra caja de Schrödinger donde la posibilidad y la imposibilidad coexisten, atrapando al oyente en un círculo de nostalgia sin salida.
En “Andromeda”, Mering canta sobre un amor tan distante como una galaxia. Cuando dice “Love is calling / It’s time to let it through” (“El amor está llamando / Es hora de dejarlo pasar”), nos muestra esa contradicción entre querer abrirse al amor y el miedo de que esa conexión sea tan frágil y efímera que termine hiriéndonos. No es solo una canción sobre un romance inalcanzable, sino sobre la tensión de vivir entre la fe y la duda.
“Wild Time” se convierte en el himno de una generación en crisis existencial. Con la frase “It’s a wild time to be alive” (“Es un momento salvaje para estar vivo”), Mering nos enfrenta a una dualidad devastadora: estar vivos en una época que nos deslumbra y nos aterra al mismo tiempo. En este tema, como en muchos otros del álbum, la vida moderna se percibe como un espectáculo y un naufragio simultáneamente, un estado de asombro y de peligro que nos deja suspendidos en un presente incierto.
Weyes Blood y la Dualidad de la Vida
Todo Titanic Rising presenta esa zona gris emocional donde las cosas existen y no existen al mismo tiempo. El amor, la nostalgia, la esperanza y la desilusión no se encuentran en compartimentos separados; ocupan la misma caja, en un estado de coexistencia. Mering, como una observadora y participante a la vez, convierte el álbum en algo mucho más que una colección de canciones: es una invitación a abrir nuestras propias cajas emocionales y enfrentar nuestras propias contradicciones.
Con este álbum, Weyes Blood crea un espacio donde la vida se siente tan irreal como una película y, al mismo tiempo, demasiado real para manejarla sin un toque de fantasía. Cada canción explora nuestras esperanzas, miedos y sueños, y nos invita a preguntarnos si la vida es mejor o peor por la presencia de esas dualidades. Es un llamado a aceptar que en la Caja de Schrödinger que todos llevamos dentro, hay partes de nuestros sueños y emociones que están vivas y otras que tal vez nunca lo estuvieron.
En última instancia, Titanic Rising nos pide algo profundamente humano: que abramos esa caja, que miremos de frente la incertidumbre y que, como el gato de Schrödinger, aceptemos que vivir es estar en constante estado de posibilidad y pérdida.
Weyes Blood no nos da una respuesta definitiva; nos deja en el espacio de la paradoja, en el cual la belleza, el amor y la desilusión existen en un mismo acorde, en una misma voz que flota y se hunde, como un barco que nunca termina de naufragar.