“Hola, es para ti, ábrelo después de que me vaya”, dijo él.

Cuando ella lo abrió era, en uno de los mejores inicios para una historia incierta, un conejo azul con orejas muy grandes. Junto al obsequio venía un sobre con una tarjeta que expresaba dos palabras: me encantas.

La ironía es que él dejó de ir a la escuela donde se conocieron y visitaba el plantel esporádicamente. Él tomó la iniciativa y le dejó escrito su número telefónico en un papel; esos números se convirtieron en llamadas y luego en visitas. Ella conoció a su madre y su abuelo ferrocarrilero que no dejaba de verter fechas, anécdotas y vivencias.

“Admito que envidiaba el hecho de que tuviera abuelo, yo había perdido al mío diez años atrás, un abuelo es la trascendencia de lo cotidiano a lo inestimable”, dice ella, quien eligió el camino de la medicina y por ende la anatomía, la disección y la bioquímica.

En una vida sin el otro, ella conoció al amor de su vida: un futuro diseñador gráfico. Un día que lo visitaba en la facultad, de un aula vio salir a quien le había regalado el conejo azul años atrás. La universidad se convirtió en una doble esperanza: ver al amor de su vida o encontrar a quien pudo haberlo sido. Son las necesidades del subconsciente.

Luego de encuentros agridulces encuentros fugaces, finalmente intercambiaron sus teléfonos. Con el amor de su vida de su mano… comenzó una nueva historia en un futuro que tendía otra mano.

La causa de un efecto, dice ella. El futuro comenzó de forma imposible, defino yo. Porque el futuro no sería igual si se cumpliera o no se cuestionara ¿Dónde estaríamos sin él?

***

La pregunta de dónde estaríamos en futuros alternos la redimensiona “Where we would be” de Porcupine Tree que pertenece al sexto álbum de estudio de la banda de rock progresivo. La canción es una página perfecta en la grabación.

En unos minutos evoca la juventud perdida, de cómo dejamos poco a poco a las personas… Los tiempos pasan demasiado aprisa: los pasados, los presentes y los futuros. La canción es muy nostálgica con un solo de guitarra que evoca todo e interpretado por Steven Wilson.

“Si pudiera encontrarte
Y contarte de mi vida
O quizá solo escribir
Y recordarte cuando soñaremos…
De dónde estaríamos cuando llegue el futuro
Y como pintarías mientras escribo mis canciones
Extraño es como nunca serás
La persona que viste cuando eras joven”

Básicamente lo que todos somos: una persona diferente que difícilmente reconocería al joven que fue.

***

¿La historia de ellos? Ella quedó prendada del joven adulto que evocaba al viejo adolescente y las citas comenzaron, llegó un beso que se transformó en caricias intensas a lo largo de un tiempo que para ellos no existió. Lo que vivieron quedó plasmado en una libreta con bocetos y poesía.

Ella lo abandonó sin decir nada.

“Que bien se sentía vivir así, sin necesidad de mentir, sin necesidad de hablar. Era tan obvio que las palabras estaban de más: sin preguntas, sin dudas, con la convicción de lo que había.  Pero los seres humanos somos tan ambiguos, tan humanos, que quise evadir una autentica verdad.

“Decidí retirarme sin decir nada, huir con la más absurda mentira, esconderme detrás de una realidad incierta. El tiempo paso y, entre los errores, el silencio, la añoranza y la melancolía; comprendí que aquellos ojos dueños de esas dos palabras, cambiaron mi vida”, concluye su historia.

En realidad, la historia no concluirá: el futuro imposible seguirá atado en su mente que lo olvidará poco a poco en matices de recuerdos diferentes.

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