Cuando escuché “Young Folks”de Peter, Bjorn and John me gustó su inocencia y nostalgia… aunque no había un destinatario de ella, no podía relacionar la música con alguna situación en particular y, por ende, la sentía incompleta.

La canción tomó significado en un avión de regreso a México y después de estar 15 días en Praga. Había visitado el país en compañía de una amiga que había visto solo en dos ocasiones pero que el correo electrónico había creado cercanía y complicidad. Ella era bailarina folclórica eslovaca y radicaba en la capital de la República Checa para sus estudios superiores.

Entre Eslovaquia, República Checa y Austria podrían nacer miles de historias en cientos de sonidos… pero “Young Folks” llegó en el viaje de retorno al país: de pronto tomó significado que dos personas se encontraran, durante 15 días tuvieran la confianza para contarse pasados y presentes, pero pocos futuros.

Me identificaba, ahora sí, con esa nostalgia e inocencia de pensar que dos personas, cuya amistad se hacía inquebrantable, podían desaparecer; o, como la distancia territorial lo marca, tienden a dejar de ser.

Peter Móren, vocalista y guitarrista de Peter, Bjorn and John, reconoció que cuando hizo la canción no era un joven de 18 o 19 años sino la mayoría de ellos estaban llegando a los 30.

“La canción trata sobre personas que se sienten un poco agotadas por las relaciones, y luego conoces a alguien nuevo en un bar, digamos, y piensas, ‘Tal vez esto podría ser algo’.

“(…) Es un tipo de canción extraña, melancólica y feliz-triste. Es como una canción de club, pero no como una gran canción de club, no como una canción de club de machos. Es una canción de club para tontos”, relató.

Uno de los más grandes problemas fue el silbido característico de la canción que fue grabado por el bajista Björn Yttling pero Peter lo hacía en vivo. Como en la grabación de la canción, el silbido fue intensificado, interpretarla ante el auditorio era muy complicado al principio.

¿Cómo surgió esa idea?

“Tuve la idea de la melodía en el piano y al principio pensé que sería una canción de jazz, porque sonaba como una pista de Duke Ellington. Luego la toqué con una guitarra y sonaba más como una canción pop.

“Silbé un marcador de posición para la melodía solo para que pudiéramos recordarla, con la intención de reemplazarla con un instrumento más tarde, tal vez un órgano o algo así. Luego pasamos el silbido por una máquina de retardo de cinta (…) Luego fue como: ‘Oh, suena bien, conservémoslo’”, relató el bajista.

La canción comenzó a destacar en la radio y, en algún momento, fue considerada parte de las mejores canciones del siglo por la revista Rolling Stone.

Aunque es una canción muy conocida, trato de escucharla poco para que no pierda su esencia única y especial de los momentos que construyeron parte de mi vida.

Son las 14:25, es jueves, los días que normalmente escribo palabras dedicadas a la música. En menos de 4 horas tomaré una cerveza con un amigo que no veo desde hace años… hablaremos precisamente de las cosas que, inevitablemente tienden a desaparecer.

 

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