Fuimos los mejores amigos durante la universidad y unos años posteriores a ella. El vaivén de las profesiones y el cambio de personalidad que regala el tiempo nos hizo perder el contacto. Supe posteriormente que se encontraba viviendo a mil 347 kilómetros de mi ciudad.

Antes de la pandemia perdió a su madre y por el virus perdió a su padre. Apenas nos vimos en el primer funeral; los protocolos por el covid-19 impidieron el segundo y apenas tuvimos tiempo de vernos antes de que regresara a su nueva ciudad.

Recibí su llamada en uno de los peores momentos: mi madre se encontraba hospitalizada por una crisis diabética causada por el mismo virus. Sin saber el motivo de la llamada, recordé la pérdida que había sufrido y me identifiqué y me proyecté de inmediato. Los hospitales, a veces, sanan, pero también son altísimos generadores de incertidumbre.

El motivo de su llamada era para saber si alguien quería comprar una pequeña colección de discos compactos. Los adquirí. Me sorprendió que además de música que compartimos en la universidad, hubiera una selección de las décadas de los sesenta y los setenta.

“Algunos son de mi papá, con los años esos discos se perderán o no se escucharán nunca. Prefiero que estén contigo y se sigan reproduciendo”, reconoció.

Salí de su casa pensando en que buscaba cierta inmortalidad de su padre en la música.

Las cosas se pusieron peores para mí: mi madre fue egresada del hospital, en una clara negligencia por parte del cuerpo médico: con anemia, diabetes descontrolada, sangrado intestinal e infección en vías urinarias. Nadie se percató de ello en 12 días que estuvo en el nosocomio.

En la búsqueda de mantenerla con vida llegaron médicos, enfermeras y noches interminables en búsqueda de más y diferentes medicamentos. Apenas había espacio para la música pues todo era silencio. Por brevísimos instantes los “nuevos” discos me acompañaban.

En la casi plena normalidad, dos meses después, escuchar “Human Beings” de Seal de su álbum “Human Being” atrajo esos recuerdos agridulces.

Mi amigo está lejos ahora… cuando lea estas líneas debe estar seguro de que un disco compacto de su padre se reproduce en estos momentos.. y de que la canción de Seal estuvo en paulatinas oportunidades.

La canción es una mirada a la muerte y la mortalidad: somos seres destinados a morir. A Seal se le ocurrió la idea a la luz de los asesinatos de Tupac Shakur y Notorious BIG.

“Básicamente está diciendo que no somos invencibles. Que somos seres humanos y que nacemos en esta vida, tenemos una vocación que llenar, y luego morimos (…) Es esencialmente una canción de amor. También, supongo, fue inspirada por este constante miedo a la muerte en el que parecemos vivir”, explicó el artista sobre ella.

“Human Beings” fue la canción principal del tercer álbum de Seal. No fue un éxito a pesar de las excelentes críticas del álbum. Los siguientes dos sencillos tampoco llegaron a las listas. A pesar de la fineza de las grabaciones, no escaló en el gusto popular.

La melodía tiene una elegancia fúnebre que raya en la desesperación.

Cada instante es una posibilidad de decir adiós a nuestros seres queridos. Ante la muerte estamos destinados a fracasar en nuestra búsqueda de inmortalidad.

Mientras… la música sigue, Ellos están a nuestro lado… nuestros breves instantes de inmortalidad. Solo somos seres humanos.

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