El ruido de Ellas crece a cada manifestación ante el violento silencio, ante autoridades que viven en el archipiélago de sus declaraciones.

Una de Ellas, Marcela Alemán, madre de Lya, violada en 2017 en San Luis Potosí a los 4 años, se amarró a una silla de la Comisión Nacional de Derechos Humanos  (CNDH),  para exigir justicia luego de una reunión con Rosario Piedra Ibarra, titular del organismo.

“A mi hija de 4 años las maestras la sacaban del colegio para estar en relaciones sexuales de adultos, con hombres y mujeres (…)  Ya no tengo vida desde ese día, tengo amigas en la misma situación y estamos decididas a quedarnos aquí hasta tener justicia”, declaró Ella. Ellas tomaron la CNDH.

El 2 de septiembre un colectivo de Ellas, “Ni Una Menos”, apoyó la manifestación de Alemán quien, junto con más Ellas, pidieron justicia para sus respectivos casos. Además de tomar las instalaciones, pintaron el cuadro de José Manuel Núñez de Francisco I. Madero. Ellas conocieron entonces el desdén político vuelto una agresión.

“El que afecta la imagen de Madero, o no conoce la historia, lo hace de manera inconsciente, o es un conservador. Así, o sea, es un proporfirista”, dijo un Presidente de México: Andrés Manuel López Obrador, el  7 de septiembre de 2020.

Piedra Ibarra aseguró, en adendum del tabasqueño que la impulsó, que la CNDH estaba siendo víctima de una campaña de desprestigio y mentiras. La acusación es facil cuando cumplir es una complicación tan dura como una piedra. Los ojos enfocan una no-rifa de un avión y un no-juicio de ex Presidentes. Ellas no son ella.

Ellos ignoran: 549 feminicidios, mil 674 mujeres víctimas de homicidio doloso, mil 743 de homicidio culposo, 33 mil 022 mujeres han sufrido lesiones por dolo, 856 pequeñas Ellas que han sufrido el delito de corrupción de menores y 123 mil 927 que han sufrido algún tipo de violencia familiar.

Detrás de esas cifras, Ellas tienen más experiencias, el número palidece y se acobarda:

“Cuando me asaltaron me besaron a la fuerza. En el transporte público se han venido masturbando a mi lado y frotando con mi hombro, hace días saliendo de un super me dijeron, literal que, si les hacía una mamada me reponían lo que había gastado. Con mi hija, me dijeron ‘¿A quien quieren que nos cojamos primero a la hija o a la mamá?’. Mi hija se puso a temblar”, dijo una de Ellas, que no fue denunciar lo que sucedió. La cifra negra.

Ellas, organizadas, asistieron a la Visitaduría de Ecatepec de la Comisión de los Derechos Humanos del Estado de México (Codhem).

¿El resultado? Once mujeres detenidas en un operativo que involucró a la Secretaría de Seguridad Pública, a la Fiscalía de Justicia mexiquense y a la comisión encabezada por Jorge Olvera, cuya gestión en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex) fue marcada por la llamada “Estafa Maestra” y, actualmente, por el récord más bajo de recomendaciones en la historia del organismo.

Ellas ya conocieron el laberíntico discurso mexiquense: el Gobernador Alfredo del Mazo reprendiendo a la fiscalía sin mencionar a sus secretarías y la comisión en un discurso de galimatías. El discurso de Ellas ingresa a la burocracia mexiquense mientras su integridad se mantienen en peligro. Ellas lo saben. Ellas regresaron a incendiar un edificio en una promesa de elevar el volumen de su voz nacional.

Ellas, detrás de sus capuchas y sus desnudos rostros, saben que el camino, lleno de piedras, ironía, es el de la crítica.

Ellas se saben oposición. Ellas son nosotros.

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