De pronto nos damos cuenta de que no son inmortales.

La edad avanzada, los últimos periodos de vida que siguen a la madurez, desconcertarán siempre a los más jóvenes. Especialmente con nuestros padres, solemos no entender el lento marchitar de sus capacidades y de su físico: el eterno retorno de la juventud se acaba.

En el egoísmo de la juventud, no nos percatamos de sus ojos observan una línea de vida muy diferente a la que percibimos. Para quienes estamos interesados en ellos, por ese amor tan profundo que raya en la fe, nos sorprende, nos molesta y nos entristece saber que no son inmortales.

En los rostros surcados por las arrugas suelo buscar sus rasgos de juventud y hacerme preguntas ¿cuándo comenzaron a sentir la codiciosa vejez? ¿cómo percatarse de que nuestras ideas se ralentizan? ¿cómo observan la juventud y los años que mantienen? Porque hay juventud con años, eso es innegable.

Uno de mis sueños se volvió realidad al ver el video de “Hoppípolla”, canción de la banda islandesa Sigur Rós que pertenece a su álbum “Takk” de 2005: grupos de ancianos corriendo, haciendo travesuras mientras dan un paseo por las calles de un pueblo que, al parecer, les pertenece.

En una ternura inimaginable comienzan a brincar en los charcos, lanzarse globos con agua y luchar con espadas de madera… aquellas pequeñas cosas llenas de juventud que la soberbia de los pocos años nos impide hacer a veces.

“Hoppípolla” significa literalmente “saltar en charcos” y está escrita en islandés, aunque incorpora algunas frases de vonlenska, un lenguaje inventado por la propia banda.

“La letra describe una atmósfera, un recuerdo o algo así, como ser un niño saltando en charcos, cayéndose y sangrando por la nariz, volviendo a levantarse… Realmente no importa cuándo eres un niño”, expresó Georg Hólm, bajista de la agrupación sobre ella.

La canción fue uno de sus más grandes éxitos y ha sido utilizada en muchas bandas sonoras, películas y series de televisión, uno de lo más importantes es que el tema de entrada de “Planet Earth” de la BBC.

Como detalles curiosos: a pesar de la enajenante suavidad de “Hoppípolla”, causó conflictos entre la banda por los detalles… y originalmente se llamaría “The Money Song” pues el grupo estaba consciente del éxito que tendría.

La canción impacta, pero, en lo personal, el video me hace sublimar la existencia: veo en esos ancianos diversión sin las ataduras agridulces de la vida y, por supuesto, a la esclavitud del final… con la canción en otro idioma sabemos que tampoco estamos atados al lenguaje. Hay sentimientos que son universales y sublimes, deben ser honrados.

En algún momento, si es que no ha llegado aún para quienes lean estas líneas, ellos no estarán… imaginemos que estarán brincando en los charcos que forman nuestras lágrimas. En cada instante y en cada paso, nos siguen enseñando a caminar.

 

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