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Todas las variables de nuestra vida encaminan, inevitablemente, a un final.

Irónicamente nadie piensa en ello: nos obsesionamos con la vida que discretamente nos susurra que nos va a sorprender; somos sordos hasta que un día, en pleno estupor, no disimula y grita lo inconfesable.

Poco a poco la vida nos convierte en un registro de orgullos heridos, traiciones, injusticias y apartados más crueles se expresan en una sola disyuntiva: tener o no tener. Ante el fantasma de la ausencia ¿cómo poder continuar?

Freddie Mercury, quien murió un 24 de noviembre de 1991, ya tenía la respuesta: el no podría.

Fue la grabación de “Barcelona”, el álbum que grabaría con la cantante de ópera Monserrat Caballé.

La historia es conmovedora: en la segunda mitad de los años ochenta, Freddie trabaja en solitario y no quería, en sus palabras, que su nuevo trabajo se convirtiera en un montón de canciones. Un día le comentó a su mánager que quería grabar con la cantante barcelonesa de 55 años, cuya voz consideraba la mejor del mundo.

Se conocieron en el hotel The Ritz de Barcelona en 1986 y Mercury cantó “Exercises in Free Love”; a la cantante de ópera le encantó y se la pidió para cantarla en una presentación en Covent Garden, en Inglaterra. La canción se convertiría en “Ensueño”.

Mercury reconoció que estaba nervioso por trabajar con Caballé, pero ella lo tranquilizó al llamarlo “Mi Número 1” y él la llamo “Mi Super Diva”.

“Ella bromea y no se toma demasiado en serio. Eso realmente me emocionó y me sorprendió, porque hasta entonces había estado trabajando bajo la ilusión de que todos los grandes cantantes de ópera eran severos, distantes y bastante intimidantes. Montserrat fue maravillosa. Le dije que me encantaba que cantara y que tenía sus álbumes y le pregunté si había oído hablar de mí. Me dijo que disfrutaba escuchando mi música y que también tenía discos de Queen en su colección”, decía emocionado el cantante británico.

Un poco antes de iniciar las grabaciones, el líder de Queen se enteró de que tenía SIDA. No se lo comunicó a alquien.

El álbum fue grabado a principios de 1987 y, al principio, Caballé trató de persuadir a Mercury para que cantara con su voz de barítono y acompañara al soprano de ella. Él se negó al argumentar que sus fanes solo lo conocían como cantante de rock y no reconocerían su voz.

Cuando escuchó las grabaciones finales, Freddie tenía lágrimas en los ojos. Pocas veces se le veía llorar.

“How Can I Go On” fue compuesta por Mercury y Mike Moran y fue la última canción para el álbum: Freddie tuvo la idea de pronunciar las palabras de Montserrat después de que ella las cantara. La cantante de ópera estaba en la sala de control y cuando escuchó a su nuevo compañero de aventura musical alcanzó a decir “¿Por qué tengo que estar ahí gritando? ¡Que él hable es mucho más significativo?”.

La pareja había planeado interpretar “Barcelona” en la inauguración de los Juegos Olímpicos de 1992, pero él murió antes. Freddie ya le había dicho a la cantante de su diagnóstico, le comunicó que no estaría.

“How Can I Go On” equipara la pérdida del ser amado a retirar la sal del mar, a caminar desnudo y herido y solo preguntarse ¿Quién me hará fuerte? En un mundo saturado de tristeza ¿cómo olvidar los sueños que se comparten? La respuesta la ofrece un poco más adelante en la misma canción: esconderse un poco en la oscuridad.

El amor destroza y los estragos se pueden observar en cada uno de nuestros actos. Nunca sabemos cuándo será la última vez que veremos a alguien: tenemos la oportunidad de inmortalizar el deseo…o volvernos extraños; sin embargo, el amor contiene tanta devoción que se puede volver magia.

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