Era inevitable que, a la mitad de las reuniones en secundaria, nuestro compañero Raúl Muñiz, lanzara un grito de guerra que era una instrucción tácita para detener la música y obedecer.
“¡Pon a Def!”, era la expresión.
La petición de Raúl era seguida de entregar su casete de “Hysteria”, objeto transparente con unas letras blancas serigrafiadas, la portada del álbum del grupo inglés y un recuadro con el nombre de la disquera y el grupo: Def Leppard.
“Animal”, “Love Bites”, “Pour Some Sugar On Me” e “Hysteria” eran las canciones que sonaban por lo menos dos veces en las reuniones. Acostumbrado, en ese momento, a otros ritmos músicales, el sonido de la banda de Sheffield lo calificaba como estridente aunque algo me atraía.
Luego de egresar de la secundaria, perdí el contacto con Raúl. Un día, en pleno auge de los discos compactos, adquirí el que era el cuarto álbum de la banda, quería conocer qué había detrás de esa petición reiterada de mi ahora excompañero.
Descubrí algo más que las armonías vocales perfectamente sincronizadas, las voces de fondo, y la fineza de los riffs y melodías propios del “hard rock”. En la época del “hair metal”, la realización del disco fue casi imposible.
Si bien “Hysteria”, cuyo nombre original era “Animal Instinct”, comenzó a grabarse en 1984, fue lanzado hasta el 3 de agosto de 1987. El primer tropiezo fue encontrar un productor: Robert Lange había abandonado su labor y Jim Steinman, quien había colaborado con Meat Loaf, había tenido diferencias creativas con el grupo quienes, en sus palabras, pretendían grabar el “Thriller” del rock. El productor final fue Robert John “Mutt” Lange.
El segundo problema fue el accidente automovilístico del baterista Rick Allen el 31 de diciembre de 1984: la pérdida de su brazo izquierdo lo mantuvo en el hospital por seis semanas y el futuro del grupo era incierto. Con una bateria construida mitad acústica y mitad electrónica, Allen ensayaría horas antes de tocar “When The Levee Breaks” de Led Zeppelin completa y saber que podría. Las grabaciones seguirían.
El estudio no era el mejor lugar tampoco. Por las características propias del sonido, Lange llevaba las grabaciones de las voces e instrumentos al límite, lo que causó fricciones en el grupo. Un ejemplo: “Animal” tardaría casi dos años en grabarse.
En 1986, Robert John “Mutt” Lange sufrió un accidente. Si bien lo enviaría al hospital, desde su cama, terminaría las últimas grabaciones.
“Hysteria”, cuyo nombre nació de una frase del guitarrista Steve Clark al referirse a la histeria de las giras, tardó en grabarse tres años y dos meses. Vendería 30 millones de copias, publicaría siete sencillos y llegó al número uno de la lista Billboard por 20 semanas. Es considerado uno de los mejores álbumes de todos los tiempos.
A pesar de su explosión melódica y mercadológica, aprendí a valorar “Hysteria” al paso del tiempo: por las canciones que detenían fiestas en la secundaria, por la curiosidad de saber sus secretos, por la nostalgia del sonido que se evoca conforme transcurren los años, por su valor musical, por esas milésimas de segundo recién descubiertas y por haber descubierto ese camino que casi lo hizo imposible.
¿Y Raúl? Las redes sociales nos encontrarían casi 30 años. Hemos hablado solo tres ocasiones por teléfono y su voz ha cambiado en gravedad y por el acento del lugar donde vive. Por los años y los contextos, somos ya otras personas. De vez en cuando, sin casete de por medio, imaginando que lo pondríamos poner en una nueva reunión que quizá nunca suceda, lanza su petición en las conversaciones de texto por teléfono: ¡Pon a Def!