
“Captura la belleza, escapa de lo improbable”, dice una parte de la canción “I Saw a Prayer” de la desaparecida banda irlandesa JJ72.
¿Cómo capturamos la belleza? La respuesta es tan sencilla como compleja y, en algunas vidas, quizá es imposible al ser ciegos ante la unión de cuerpo y espíritu. El secreto es la mirada y el instrumento de conexión son nuestros ojos que discriminan todo… menos esos pequeños clímax.
Hay miradas que se vuelven una oración: un brillo repentino, como si algo en su interior se encendiera, una súplica muda, que no necesita palabras para rogar, la paz o consuelo que emana del mirar, como si ya hubiera sido escuchada, en lágrimas contenidas o derramadas, que son plegarias líquidas y suelen impulsarnos a orar… Incluso desde el concepto de pecado.
Comencemos por JJ72.
JJ72 fue una banda irlandesa formada en 1997 en Dublín por Mark Greaney, en voz y guitarra, y Fergal Matthews en la batería, quienes tras buscar una bajista encontraron a la actriz Hilary Woods, quien no sabía tocar el instrumento inicialmente.
Tras enviar demos de su canción “Oxygen” a varias radios, la banda lanzó su primer álbum homónimo en el año 2000 y su segundo disco, I to the Sky, en 2002. En este último viene la canción “I Saw a Prayer” que nos ocupa.
En 2003, Hilary Woods dejó la banda y fue reemplazada por la bajista canadiense Sarah Fox. Con esta nueva formación, JJ72 retomó la actividad en 2005 y lanzó un par de sencillos. El tercer disco, por un problema entre los sellos discográficos, nunca vio la luz y el grupo se disolvió en 2006.
La primera canción que escuché de ellos fue “Always and Forever” en un video por televisión. Impulsivo compré el álbum y me llevé una sorpresa grata al escuchar una pequeña joya en menos de una hora.
“I Saw a Prayer” de JJ72 es la tercera canción del álbum y a lo largo de los años sigue provocando una nostalgia casi inmediata y hasta hace algunas semanas, quizá meses, la pregunta es ¿cómo ver una oración?
Varias experiencias me dieron la respuesta… necesariamente crueles, necesariamente hermosas, necesariamente sensuales. Necesarias, finalmente.
La belleza cautiva, en una mirada desde la profundidad de la muerte que se avecina, esa mirada al hacer el amor y ver unos ojos fascinantes que hacen olvidar todo lo demás, o bien por el hecho de reconocernos en el otro y pertenecernos en esos murmullos de eternidad.
La mirada es la oración que se revela cuando el alma se desborda y es de una profundidad grande, imponente y peligrosa… como un abismo.