La noche del jueves 11 de junio de 1981, el pintor, actor y escritor Issei  Sagawa estaba estudiando literatura de vanguardismo.  Se le ocurrió invitar a cenar a la estudiante holandesa Renée Hartevelt, quien estudiaba en La Sorbona de París. El pretexto era conversar sobre literatura.

Sagawa nació en Kōbe, Japón, en 1949 y durante sus años escolares fue un estudiante destacado. Era un tipo extremadamente menudo, culto, agradable y de voz muy suave; sin embargo, estaba obsesionado con las mujeres occidentales.

Mientras estudiaba literatura inglesa en la Universidad de París, se sintió atraído por una alumna de nacionalidad neerlandesa, Reneé. Ya había ido en una ocasión y compartieron una buena velada, así que la chica no dudó en ir otra vez.

El departamento de Issei, estaba ubicado en el número 10 de la calle Erlanger en el segundo piso de un elegante edificio.  Ella había sido ya elegida por él por “hermosa y saludable”, así que mientras ella leía poemas, él se acercó por atrás y le disparó por la espalda en la nuca con un rifle de calibre 22.

Él se consideraba “débil, feo e insignificante” y deseaba “absorber su energía”, él atribuye esta tendencia caníbal a un sueño de su infancia donde veía a su padre y su madre servir a su hermano menor como comida en una olla.

Después de dispararle, desmembró el cuerpo para poder ingerirlo. En entrevistas posteriores, Sagawa dijo que se sorprendió al observar que la grasa humana tenía un color semejante al maíz.

Durante los dos días siguientes, continuó comiendo varias partes del cadáver y describió la carne humana como “suave y sin olor”, como el atún. Después de ese tiempo, metió los restos del cadáver en dos maletas viejas y, en su intento de deshacerse de los restos, fue detenido por la policía francesa.

Por su padre, hombre poderoso y con muchas influencias, fue liberado y vivió como una persona normal y su hermano cuidó de él hasta su muerte en noviembre de 2022.

Él se convirtió en uno de los representantes del llamado crime-art, aquel arte creado por criminales: fue invitado a programas de televisión, escribió reseñas para restaurantes y en 1992 apareció en la película “Uwakizuma: Chijokuzeme” como un voyeurista sadosexual.

Él seguía admitiendo que poseía fantasías caníbales, pero que ya no deseaba llevarlas a cabo con mujeres occidentales. Sin embargo, su preferencia sexual era hacia las mujeres asiáticas, las cuales considera más atractivas.

Lo más increíble: escribió mangas referentes al homicidio de su compañera francesa, que son actualmente objeto de culto.

 “Es aquí donde entra en juego la perspectiva.  Es indiscutible que el objeto, por sí mismo, es arte. La cuestión es si es inaudito que exista y si debería de ser consumido o no. Mientras muchos se negarían rotundamente a pasar las páginas de una publicación así, otros sienten la necesidad de verlo todo”, explica mi amigo Francisco Beristain en su última nota, que no tiene desperdicio.

El mundo funcionó al revés: Issei Sagawa, el caníbal confeso, vivió como una celebridad hasta viejo, en completa libertad y lucrando son su acción.

“Yo no quería matar a Renée, yo solo quería saborear su carne. Me arrepiento terriblemente de haberla matado. Por eso nunca repetí mi crimen caníbal. Sigo fantaseando con comer carne humana, pero nunca volveré a matar”, dijo Issei, quien terminó su vida en una silla de ruedas.

El 9 de noviembre de 1981, The Stranglers lanzaron su sexto álbum de estudio “La Folie”, un disco cuyo tema era el amor. Curiosamente, la canción principal alude al caníbal japonés, que amaba tanto a una mujer que se la comía. La locura, La Folie.

 

 

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