Los resultados de la consulta de revocación presidencial no son un fracaso para Andrés López Obrador sino una victoria para su proyecto y una advertencia clara para una oposición que sigue aletargada. El Presidente perdió ganando.

Con el 100 por ciento de actas computadas, el tabasqueño obtuvo 16 millones 501 mil 137 votos de los cuales el 91.86 por ciento, fueron para pedirle “que siguiera en su cargo”, un total de 15 millones 157 mil 996 votos.

La lectura más simple es decir que esa cifra equivale a la mitad de los votantes que obtuvo hace cuatro años cuando fue electo para el cargo cuando obtuvo 30 millones 113 mil 483 votos. No es así.

En primer lugar, aún con pésimos resultados, obras cuestionadas y más palabras que hechos, López Obrador fue capaz de movilizar al 17 por ciento de México en una más de sus ocurrencias. Incluso superó a la última, la consulta para enjuiciar a los expresidentes que solo tuvo 6 millones 663 mil 208 votos.

Las cifras son frías. En un ejercicio promovido enteramente por Morena, a costa de lo que sea, se obtuvieron más votos que en las elecciones presidenciales en la que se eligió a Felipe Calderón Hinojosa y fue votado Ricardo Anaya.

Fue una de las elecciones más bajas de la historia, pero López Obrador sigue ganando. A tres años de un desgobierno, el proyecto de López Obrador sigue apoyado.

Y todo fue acarreo: así es, un ensayo de lo que podremos ver en 2024: múltiples anomalías, intervención indebida de funcionarios públicos en proselitismo. Hubo una descarada violación a la ley por parte de servidores públicos.

Cientos de espectaculares con la imagen y nombre del presidente surgieron en todo el país, al momento nadie sabe quien ordenó tal despliegue y, por supuesto, de dónde salieron los recursos.

A mitad del sexenio, el titular del ejecutivo federal, su partido Morena y sus seguidores mostraron lo que son capaces de hacer por un capricho. En 2024 se juega más: la continuidad de su proyecto o la alternancia necesaria.

A pesar del impecable trabajo del Instituto Nacional Electoral (INE), el organismo sigue bajo el acoso del Presidente de México y mantiene la promesa de una reforma electoral que lo desaparecería para que “el pueblo” elija a quien lo encabece.

“También lo digo porque nuestros adversarios, que se enojan mucho dicen ‘es la mitad de los votos que obtuvo el Presidente en la elección del 18’, sí, nada más que con la tercera parte de las casillas y con todas las trampas o boicot del INE, que no se aplicó para poner casillas en todos lados,”, dijo este lunes el Presidente de México en su conferencia matutina.

La batalla contra el INE se mantiene y hay una noticia buena y mala.

La mala es que la oposición está perdida en su propio laberinto: dirigentes timoratos que contradicen lo que la militancia busca, gobernadores que coquetean con Morena (basta ver a Alfredo del Mazo, mandatario del Estado de México) y nula estrategia para conseguir votos. Los partidos políticos de oposición se han convertido en lo que nadie quiere… y dejan el escenario listo a Morena. La oposición vive la resaca de borracheras anteriores, siguen siendo nimios.

La buena: la sociedad civil está tomando más participación. Apenas un grupo de usuarios de Twitter comprometieron a los diputados de oposición a votar en contra de la reforma eléctrica… una ley que puede ingresar a México a túneles muy oscuros en los siguientes años. Es la oportunidad para la oposición.

Ante un régimen que coquetea con el autoritarismo desde sus entrañas, ante una oposición auto bloqueada, la respuesta la tiene la sociedad civil… que debe organizarse más, mucho más.

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