La frase es muy conocida en el sector público: “no te corremos porque lo que hiciste, sino porque te cachamos””. Frase ajustada a los malogrados Santiago Nieto, ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Paola Félix, ex Secretaría de Turismo de la Ciudad de México y de quien no tomaron el ejemplo, Emilio Lozoya.
Los tres personajes, dos fuera de sus cargos y otro tras las rejas, se encuentran en esa situación por el pecado favorito de la raza humana: la vanidad… y mucha torpeza.
Emilio Lozoya, ex Director de Pemex, arribó a México el 17 de julio de 2020 y fue hasta el 11 de noviembre de este año; su pecado fue comer pato en el restaurante Hunan y que lo descubriera la periodista Lourdes Mendoza, quien dio a conocer fotografías del momento.
La sentencia, como en los tiempos de la autodenominada Cuarta Transformación, llegó de Palacio Nacional el 11 de octubre en boca del Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador: es legal, pero es inmoral…un mes después ingresó a la cárcel.
Paola Félix también evidenció que la “austeridad republicana” no es tal: junto su esposo, Jorge Rizo, voló en el avión privado XA-MHA, junto con Juan Francisco Ealy Ortiz, Director del Universal, su esposa Perla Díaz, el productor Alejandro Gou y 4 personas más.
Y fueron descubiertos: 35 mil dólares en efectivo sin declarar que ella niega como suyos, aceptar un vuelo privado con el director de un medio de comunicación que ha sido criticado desde Palacio Nacional y la presencia de Gou, productor teatral a quien se le dio, sin licitación, el contrato para la realización del Desfile del Día de Muertos.
En política no hay casualidades: no es una casualidad que Félix, quien tomó posesión en el cargo el pasado 1 de octubre viajara con quien viajara… el problema fue que la “cacharon”. Es imposible pensar que Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, no se diera cuenta de que su encargada de Turismo no estuviera presente en el Gran Premio. En gobierno no pasa eso.
Pero Paola Félix tuvo tiro de tres bandas: le quitó lo discreto a la boda de Santiago Nieto y la consejera electoral Carla Humphrey en Antigua, Guatemala. El enlace unió también a antagonistas en México: la panista Josefina Vázquez Mota, la ministra Yasmín Esquivel, y el constructor favorito de la 4T, José María Riobóo, entro otros 300 invitados como Layda Sandores y los priistas Quirino Díaz y Carolina Viggiano. Una boda que vas más allá del primor.
¿La cena? Una entrada de esfera de carpaccio con aguacate y tártara de atún; después, ravioles rellenos de queso brie y sorbete de limón y un asado de tira de plato fuerte, así como robalo crujiente. De postre se sirvió macarroni de chilcayota.
López Obrador sabía de la boda y del lugar donde Santiago Nieto se casaría. Lo reconoció en la conferencia matutina de este 8 de noviembre.
“¿Fue invitado a esta boda, presidente?”, se le preguntó.
“Sí, pero yo pues no puedo porque tengo muchas ocupaciones, y además no acostumbro a hacerlo. Me invitan, y les agradezco mucho, pero no salgo, a veces ni a comer o a cenar a un restaurant”, fue su respuesta.
De nuevo… el problema fue que “los cacharon”.
La carambola de tres bandas termina con el nombramiento de Pablo Gómez Álvarez como titular de la UIF, personaje reconocido en la izquierda como político…no en materia financiera, inteligencia sobre lavado de dinero y financiamiento al terrorismo. Es un personaje más leal a López Obrador y a su política que a su nuevo encargo.