
La creatividad se puede bloquear por muchas razones.
Hacer lo mismo todos los días sin estímulos nuevos limita la capacidad de generar ideas frescas. Un cerebro agotado no tiene espacio para la exploración. La presión de plazos, preocupaciones externas o falta de descanso afectan el pensamiento creativo.
La creatividad necesita momentos de pausa, de contemplación o incluso de aburrimiento. La creatividad es un hilo muy delgado en el que puede dejar de existir al mínimo ruido y, sabemos, el silencio absoluto no existe en el entorno.
Para mí la creatividad es la fuente de la eterna juventud; o, en su ausencia, la puerta más grande hacia la vejez mental. Esta última, por su parte, es ese laberinto de rutinas, el bucle de los procesos micro y macro, la rutina que agobia, que cansa.
“You are Young” de Keane, de su álbum Strangeland de 2012, llegó a mí como una invitación a la nostalgia prematura… algo pasaría con esa canción a lo largo del tiempo. A 11 años de su salida, ocurrió.
El título de la canción apareció por primera vez en la cabeza del pianista Tim Rice-Oxley cuando se perdió y se encontró a sí mismo entre una multitud de amantes de la música en Glastonbury.
“Fue la comprensión de que nunca eres demasiado viejo para sentir esos momentos de epifanía”, dijo.
Rice-Oxley comentó que era un mensaje para sí misma para que intententara mantenerse joven de corazón.
“Desde el principio siempre me hizo pensar en estar de pie entre una multitud en un festival, una gran masa de gente unida por un sentimiento de felicidad y libertad, que son cosas que se asocian más fácilmente con ser joven.
“A medida que envejecemos, se vuelve más difícil encontrar ese sentimiento, y me encanta la idea de que la música puede sacarnos de nosotros mismos, hacernos olvidar nuestros problemas cotidianos, hacernos sentir jóvenes”, explicó.
En En busca del tiempo perdido, Marcel Proust plantea que el tiempo no se puede recuperar en el sentido convencional, pero sí en el plano de la memoria involuntaria y la creación artística.
La clave está en esos momentos inesperados en los que un recuerdo emerge sin esfuerzo, desencadenado por un aroma, un sabor o una sensación. Estos recuerdos no solo traen de vuelta el pasado, sino que lo hacen vívido y con una intensidad emocional que trasciende el tiempo cronológico.
Para Proust, la única manera real de “recuperar” el tiempo es a través del arte y la escritura, que transforman esas experiencias en algo eterno.
En el bucle de la cotidianidad nos transformamos en hologramas, dibujos de lo que somos en realidad. Sólo que a veces nos confundimos con él, nos mimetizamos en la ausencia de juventud causada por el bloqueo de creatividad.
¿La epifanía?
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