En medio de una crisis mundial por la pandemia causada por la COVID-19 y sus efectos en la economía, el Gobierno de México mostró un rostro frenético, berrinchudo, en una reunión de carácter internacional de los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

La reunión, que se llevó a cabo del 9 al 12 de abril en una videoconferencia con sede en Dubai, tuvo el objetivo de estabilizar los precios del hidrocarburo y rescatar a los mercados internacionales de un colapso ante la pandemia y el exceso de oferta del energético.

La premisa era sencilla: bajar la oferta de petróleo, al recortar producción de barriles para incrementar su precio de venta y que los países comiencen a estabilizar los precios. Una premisa sencilla de las leyes de la economía: a menor oferta, mejores precios.

El 9 de abril, la subdirectora de la mesa Energy Intelligence, Amena Bakr, describió el rostro de México en la negociación de alto nivel mientras todos los demás países aceptaban bajar su producción de crudo.

“Básicamente, ahora estamos esperando por México”, escribió Bakr en su cuenta de Twitter a la 13:52 horas del 9 de abril. Minutos después subió una foto de la Secretaria de Energía, Rocio Nahle. Explicó que México era el único país que no quería bajar su producción. México ante el mundo, lejos de la realidad.

A las 15:11 horas escribió que seguían esperando a México, que varios ministros habían tomado un descanso y ya discutían la posición del gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador. A las 16:40 horas, Nahle discutía con sus homólogos al querer reducir solo 100 mil barriles y no los 400 mil que le pedían.

A las 17:33 Nahle pidió más tiempo para decidir. La reunión llevaba ya nueve horas, cinco de ellas para discutir el tema de México. Solo para que a las 18:12 horas abandonara la reunión. La descortesía estaba hecha, México había hecho esperar horas a miembros de la OPEP , se retiró sin avisar.

En México, como un Nerón tropical, en alusión al emperador que tocaba la lira mientras Roma se incendiaba, el Presidente de México compartía en sus redes “Esto Pasará” una melodía cantada por Eugenía León y letra de su esposa Beatriz Gutiérrez Müller.

Abhi Rajendran, experto en Energía de la Universidad de Columbia, Estados Unidos, calificaba en ese momento a las refinerías en México como una broma. Y sería precisamente Estados Unidos quien daría la cara por México. Donald Trump, presidente de ese país informó que “compensaría” con recorte adicional de 300 barriles de crudo para que México solo disminuyera 100 mil.

El acuerdo original de la OPEP se concretó así a nivel internacional: con un acuerdo cuyo precio real es incierto para México, derivado del temperamento de Trump y a la imagen diplomática de México por los suelos.

“Les adelanto que nos fue bien, requetebién, México tuvo un trato especial”, aseguró López Obrador, quien anunció que este miércoles Nahle explicará los detalles de la reunión en donde se levantó sin avisar. Para Donald Trump, el Presidente de México mostró una “inteligencia tremenda”.

¿Es posible confiar en los tratos entre Trump y López Obrador para el bien de México?

¿Y  Pemex? La petrolera es la más endeuda del mundo con 105 millones de dólares de pasivos al cierre de 2019,  barriles que se cotizan en 16.54 dólares lejos de la meta de 59 dólares marcada en el presupuesto y todos los problemas estructurales que enfrenta. Pemex ni siquiera llega a una ruleta rusa, es un disparo directo en los cimientos de México. Es el sueño de la Cuarta Tranformación que ya es una pesadilla mayor.

PETROLEO: EL CRUDO BALANCE DE MÉXICO ANTE EL MUNDO
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