El Instituto Nacional Electoral (INE) es perfectible; sin embargo, sus defectos no son motivos para desaparecerlo: no es la miel para la boca del asno, por no comprender su papel, el Presidente de México, Morena y sus gobernadores aplican a esta frase.

El pequeño refrán está contenido en el capítulo 28 de la segunda parte de “Don Quijote de la Mancha” de Miguel de Cervantes Saavedra y quien la lanza es Sancho Panza, groseramente, a su esposa, quien no comprende las escuderías de su esposo y el caballero.

El dicho es brusco, pero aplica al partido en el poder y su mesiánico líder, Andrés Manuel López Obrador; quienes no comprenden el papel del INE en la vida pública de México. Es tanta su vulgaridad que no comprenden que avaló la victoria del tabasqueño en 2018.

El INE, dirigido por Lorenzo Córdova, el organismo público descentralizado encargado de organizar las elecciones federales, emitir la credencial de elector para ello, y auditar a los actores políticos nacionales.

Desafortunadamente, a últimas fechas, se ha visto en la planificación de una consulta para enjuiciar a los ex Presidentes de México, y ahora para saber si la ciudanía está de acuerdo o no en que el tabasqueño cumpla con su deber de estar seis años en el cargo con el que fue elegido, este último ejercicio pospuesto por la falta de liquidez luego de que Morena le quitara recursos.

Los ejercicios son legales pero no necesarios en un país que enfrenta crisis económica, una inflación galopante, desabasto de medicamentos y una inseguridad que supera a los anteriores sexenios.

Sin embargo, el INE se ha vuelto el enemigo favorito. La razón es sencilla: no se ha sometido a la disposición y el servicio del Presidente de México, eso lo molesta, lo vuelve iracundo y contagia a sus fanáticos que lo siguen con o sin cargo público.

No es nuevo, desde 2020, a López Obrador el organismo le estorba y lo califica como “el aparato de organización de elecciones más caro del mundo”. A pesar de que validó su victoria y del papel que ha jugado, el tabasqueño aseguró que él sería el único “guardián de las elecciones”.

El Presidente de México ha sido sancionado por los organismos electorales al inmiscuirse en los procesos electorales.

Prueba de ello, fue su molestia por retirar el registro del presunto violador, Félix Salgado Macedonio, a la candidatura por la Gubernatura de Guerrero de parte de Morena. Incumplir con lo estipulado en la ley por el guerrerense bastó para que López Obrador calificara la decisión de “un golpe a la democracia”.

El berrinche del habitante de Palacio Nacional fue mayúsculo luego del fracaso de su consulta por enjuiciar a los expresidentes de México. Aseguró que mandaría una iniciativa para destituir a los integrantes del Consejo Electoral y los jueces del Tribunal Electoral. Detesta al INE porque no cumple sus sueños de caudillo.

 Ante la postergación del nuevo capricho de la revocación, o ratificación de mandato cómo Morena lo ha difundido, el embate hacia el INE ha sido mayor: desde Presidencia de México y los gobernadores de esa organización política y por supuesto de los integrantes del partido.

Ante su necedad vierten información falsa que daña al organismo. Al final su virulencia es directamente proporcional a su ignorancia del papel que juegan las instituciones.

“No es la miel para la boca del asno”, nos recuerda Sancho.

“Al diablo las instituciones”, dijo el actual Presidente de México en 2006.

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