La victoria de Morena en el país permite ver algo más: el PRI agoniza, el PAN mantiene un débil papel de oposición y nadie sabe de qué se disfraza Movimiento Ciudadano. Solo de alianzas vivirá la oposición ante la marea guinda.

De ninguna forma Morena perdió: ganó cuatro de seis gubernaturas y en tres de ellas de forma contundente, Quintana Roo, Oaxaca e Hidalgo. Tamaulipas tuvo un final cerrado, pero también será del partido fundado por Andrés Manuel López Obrador. Morena gobernará 22 estados que equivale al 58.6 por ciento de la población.

La estrategia del partido en el poder ha sido clara: montarse en la figura de López Obrador y su discurso entre “buenos y malos”, no tiene empacho en violar las leyes electorales y utilizar las dádivas de dinero público… reconocidas prácticas del PRI.

Casualmente, Morena ganó con ex priistas: Julio Menchaca en Hidalgo y Américo Villareal en Tamaulipas. El partido conquista desde los peores defectos priistas. Además, las elecciones se desarrollaron con un nauseabundo olor a narcotráfico.

El tricolor simboliza lo más deficiente de la política mexicana que, irónicamente, Morena práctica en niveles inusitados. Decir PRI es recordar las peores prácticas de corrupción, compra de votos y el frívolo despilfarro del sexenio anterior.

Por si fuera poco, su dirigente nacional, Alejandro Moreno Cárdenas, “Alito”, fue exhibido en una trama para evadir al fisco, simular la venta de terrenos y propiedades inmobiliarias donde involucra a vecinos, su esposa Christelle Castañón y su madre.

El destino del PRI es convertirse en un partido satélite del PAN o de MC, por sí solo ya no presenta la fuerza ni el “colmillo político” que los caracterizó hace años. Está perdido y no han entendido que no entienden.

¿El PRD? Hay más probabilidades de que renazca que el PRI.

El PAN surge como la opción real de lo que puede llamarse oposición; sin embargo, llega débil y con un dirigente nacional, Marko Cortés, anticlimático y que mantiene divido a los panistas.

Los albiazules le deben mucho, paradójicamente, a López Obrador: el odio que destila el Presidente de México hacia ellos y Felipe Calderón ha incrementado las simpatías por el partido o por el simple hecho de que es oposición al partido en el gobierno.

Y de Movimiento Ciudadano nadie sabe de qué está disfrazado, juega a ser institucional al mismo tiempo que oposición. La idea es clara: sacará sus mejores cartas rumbo a la elección de 2024. Se sabe fuerte, se sabe opción y analizará a qué partido saca mejor provecho… es capaz incluso de canibalizarse.

Antes de 2024 está 2023 y la mira está puesta en el Estado de México antes de Coahuila.

El Estado de México, bastión del PRI por excelencia y cuna del llamado Grupo Atlacomulco, es la joya de la corona que puede culminar en otra victoria de Morena para 2024 en las elecciones presidenciales.

Pareciera que Alfredo del Mazo, hijo y nieto de gobernadores mexiquenses del mismo nombre, fuera candidato natural del PRI para buscar la Presidencia de la República por su linaje y por encabezar a la entidad con el mayor número de electores.

No lo ha hecho: su gestión casi terminó el día que tomó protesta y desde que López Obrador llegó a ser titular del Ejecutivo Federal ha estado a su lado aplaudiendo sus proyectos y ocurrencias. En el Estado de México no hay gobernador, hay un seguidor de Morena por elección o por conveniencia.

Morena confirma su crecimiento hacia 2024 y reafirmar su autodenominada Cuarta Transformación. México ingresa a un túnel donde la luz la coloca un solo hombre que desconoce la oscuridad que deja a su lado.

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