A sus 71 años nunca dejó de añorar lo que tuvo a sus 50. Había sido servidora pública de alto nivel y, en sus mejores épocas, tuvo a su disposición cientos de elementos uniformados, acceso a nóminas sin límite, vehículos, helicópteros y lo mejor que un puesto así conlleva: el poder, inigualable, inimitable e intransferible. El poder fomenta la individualidad, hace únicos a sus poseedores y egoístas.

Ella, quien, desde niña, presumió un apellido añejo de un pasado abolengo cuyo tufo ya no era suficiente, ahora estaba sola: por su trabajo se había divorciado, había perdido la compañía de sus hijas y no tenía más contactos para un nuevo puesto. Todos los días, frente al espejo, se arreglaba como si fuera a su oficina… y se quedaba sola en casa.

Toda la gente solitaria, ¿a dónde pertenece?

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A sus 67 años, seguía trabajando en un pequeño negocio que le permitía sostener a su esposa y a él. Se ufanaba de haber comenzado a trabajar en el establecimiento desde que tenía 19 años, de haber podido ahorrar para comprarlo a su entonces patrón y ahora era suyo. Gracias a la venta de frutas había podido pagar la carrera de sus hijas y poder comer sin que les faltara.

Las dos hijas actualmente a unos 300 kilómetros de distancia y no les ha querido comentar que desde hace cinco años su espalda ya no soporta igual cargar las cajas de madera, que cada vez vende menos fruta porque no puede soportar tanto peso como cuando era joven. Ha preferido coleccionar monedas de 5 pesos que le parecen diferentes aunque sean iguales. Las tiene en un frasco, cada noche las lanza en la cama y le gusta verlas una y otra vez.

Toda la gente solitaria, ¿a dónde pertenece?

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Las dos historias pasadas son reales y, al conocerlas esta semana, me vino a la mente “Eleanor Rigby” de The Beatles bajo la pregunta de dónde viene la gente solitaria, a dónde pertenece.

Paul McCartney escribió la mayor parte de esta canción que pertenece a Revolver de 1966. Obtuvo el nombre “Eleanor” de la actriz Eleanor Bron, quien apareció en la película de 1965 Help! y “Rigby” cuando vio una tienda: Rigby and Evens Ltd Wine and Spirit Shippers. Le gustó el nombre compuesto.

McCartney no estaba seguro de qué iba a tratar la canción hasta que se le ocurrió la frase “recoge el arroz en una iglesia donde se ha celebrado una boda”. Fue entonces cuando se le ocurrió la historia de una anciana solitaria. La letra “llevando la cara que guarda en un frasco junto a la puerta” es una referencia a la crema fría que usa en un esfuerzo por parecer más joven.

La canción cuenta la historia de dos personas solitarias. Primero, conocemos a una mujer que va a la iglesia llamada Eleanor Rigby, a quien se ve limpiando arroz después de una boda. El segundo verso presenta al pastor, el padre McKenzie, cuyos sermones “nadie escuchará”. En el tercer verso, Eleanor muere en la iglesia y el padre McKenzie la entierra. Después nos enteramos de que “nadie se salvó”.

“Cuando era muy pequeño vivía en los suburbios: había muchas señoras mayores y disfrutaba sentarme con ellas porque tenían grandes historias. (…) Solía ​​visitar a una en particular e iba de compras para ella; ya sabes, ella no podía salir. Así que tenía esa figura en mi mente de una especie de anciana solitaria.

“Comencé esta canción sobre la anciana solitaria que recoge el arroz en la iglesia, que nunca consigue los sueños de su vida. Luego agregué al sacerdote, el vicario, el padre McKenzie. Y entonces, solo estaban los dos personajes. Era como escribir una historia corta, y se trataba básicamente de estas ancianas que había conocido cuando era niño”, relató el cantante sobre la canción

En 2008, Paul agregó que la canción se trata de morir, de que nadie se da cuenta de ello a nuestro alrededor.

Un guiño: hay una tumba en el cementerio de San Pedro en Woolton, Inglaterra. Woolton es un suburbio de Liverpool donde Lennon conoció a McCartney en una fiesta en la iglesia de San Pedro. La lápida lleva el nombre de Eleanor Rigby muestra que murió en octubre de 1939, a la edad de 44 años.

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La soledad, sea elegida o no, implica por momentos imaginar lugares, personas y sucesos que nos representaron en un momento. La añoranza, por momentos, es casi palpable. En esos instantes, ¿nos hemos resignado a la soledad? ¿El tiempo se acaba para ver que nuestra vida será un inminente fracaso y somos indiferencia plena ante los demás? La frustración también es amiga de la soledad.

Por momentos somos tan poco visibles que nadie se detendría a mirarnos.

Toda la gente solitaria, ¿a dónde pertenece?

 

 

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