Para mediados de los ochenta, Judas Priest buscaba una dirección.

Después de consagrarse en los mercados mundiales con sus álbumes British Steel, Screaming for Vengeance y Defender of the Faith, comenzaron a coquetear con letras comerciales y el uso de sintetizadores en sus canciones.

Las críticas no se hicieron esperar a esta agrupación que había dado el cuero negro al Heavy Metal. No solo eso: en un horizonte muy cercano bandas como Metallica, Megadeth, Slayer y Anthrax, los llamados Cuatro Jinetes del Apocalipsis, se consolidaban como los defensores de un metal más rápido y brutal.

Y para colmo Judas Priest enfrentaba un juicio acusados de insertar mensajes subliminales en su álbum Stained Class que, supuestamente, habían provocado que dos adolescentes con problemas se suicidaran. Fueron exonerados luego de que convencieron al juez que no eran malhechores subversivos de la juventud.

¿Cuál fue la respuesta de Judas Priest a esta situación? Un ángel de metal reluciente que venga a la humanidad de todos los villanos. El ángel dio la imagen de la portada, el nombre al álbum y uno de los sencillos más poderosos del metal Painkiller.

La nueva grabación abre con un aluvión de tambores de la mano del entonces nuevo baterista de la banda, Scott Travis; posteriormente seguían los riffs de Glenn Tipton y KK Downing para ser la bienvenida de la altísima voz de Rob Halford quien inicia:

“Más rápido que una bala, grito aterrador, enfurecido y lleno de ira, ¡es mitad hombre y mitad máquina!”, grita Halford en lo que serían seis minutos de una canción que se volvió un clásico en el Heavy Metal y fue la respuesta a los malos tiempos y a las nuevas bandas que habían sido calificadas como trash metal.

Todo ello lo reconoció Tipton en una entrevista en 1990 a la revista Hammer.

 “Nuestra ambición es enarbolar la bandera del metal y sentimos que el thrash y el heavy metal son lo mismo (…) Nos gusta el thrash… Somos muy conscientes de todas las bandas jóvenes y guitarristas”, dijo.

Ian Hill, el bajista, aseguró que es una canción de renacimiento radical y era alejarse de los sonidos de los sintetizadores.

La canción no fue fácil de interpretar en vivo; luego del lanzamiento del álbum, el grupo pasó dos semanas en España para pulirla y poderla interpretar en los conciertos.

El video tuvo una intención clara para deleite de los seguidores del metal. Fue dirigido por Wayne Isham, quien había trabajado con Pink Floyd, The Rolling Stones, Ozzy Osbourne, Bon Jovi y Def Leppard. Fue filmado en blanco y negro para dar la apariencia de una fundición de hierro; fueron intencionales los cortes rápidos para dar la impresión de rudeza e insistencia de la canción.

Para Rob Halford es la canción de la que siente más orgulloso de haber escrito, además de ser una pieza fundamental en el heavy metal.

 “Creo que es una declaración maravillosa. Encarna lo que es el metal: es todo lo que debería tener una pista de metal.  Todo el mundo va a un millón de millas por hora y, sin embargo, la melodía aún se escucha.

“Esa declaración que ‘He is the Painkiller’: tienes 30 mil metaleros cantándola en un festival y es una gran sensación. Se ha convertido en una canción muy importante para Priest, y también para el metal, creo”, reconoció en 2013.

Ante el mundo, siempre hay un analgésico…  Painkiller.

 

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