Los muros impiden entrar pero también vetan la salida.

Un mausoleo

La proclama de Andrés Manuel López Obrador fue clara desde sus frases previas: el Presidente de México soltó molestó un “ya chole” ante las críticas a la candidatura de Félix Salgado Macedonio, luego calificó las protestas de mujeres como un movimiento ligado al conservadurismo, antes ya había reconocido que no sabía el significado de “Romper el pacto” y carece la empatía de calificarse feminista.

Su coronamiento fue la provocación: el 5 de marzo, Palacio Nacional, lugar donde ha elegido vivir el tabasqueño, amaneció rodeado de vallas metálicas.  Al instante, el muro de metal fue tomado como una afrenta directa a las mujeres que marcharían este 8 de marzo por las calles del centro histórico de la Ciudad de México.

Si bien el Estado tiene la obligación de preservar sus edificios, también tiene la obligación de preservar la vida de sus gobernantes. Hay una deuda con las mujeres ante el incremento de feminicidios, acoso y abuso sexual, disminución de programas de atención hacia ellas. El muro metálico fue una afrenta directa a la dignidad histórica herida de ellas.

Y el titular del Ejecutivo Federal remató el fin de semana al defender su valla:

“Son muy autoritarios, y lo voy a decir, fascistoides, los conservadores. Es Hitler, es Franco, es Pinochet. Así piensan… ¿qué tiene que ver eso con el feminismo? Al contrario, ese es lo opuesto al movimiento feminista”, dijo en un video en sus redes sociales en el que vetó su empatía hacía las mujeres.

¿La respuesta? Las mujeres convirtieron el metal en un mausoleo con los nombres de las desaparecidas y víctimas del feminicidio. Cada mujer, en cuyas letras trató de ser descrita en su ausencia,   también recibió flores.

El momento de mayor perfección previo al Día Internacional de la Mujer fue la toma de Palacio Nacional con luz que se proyectaba a los largo de la construcción: “México Feminicida” “Aborto Legal Ya” y “Un Violador No Será Gobernador”.

El suplicio y la ira sometida

Este 8 de marzo, las cifras son contundentes: las mujeres ganan 18.5 menos que los hombres aunque su participación económica supera al de ellos. Lejos del dinero, México se ha vuelto para ellas a la exposición de  violencia familiar, acosos sexuales, abusos, violaciones y feminicidios: matar por el hecho nacer mujer.

En Palacio Nacional el día se celebra: un grupo de mujeres es instruida a que coreen “es un honor estar con Obrador” mientras que la figura central es el  hombre que habita Palacio Nacional y que mide 1.73 metros de estatura.

La protesta feminista, que alcanzó 20 mil personas,  llega a la transmisión de la conferencia matutina: corazones verdes, morados, azules y rojos inundaron la “mañanera” con consignas “ni una menos”, “nos queremos vivas”, “presidente rompa el pacto”, y también “con AMLO al 100”, “viva AMLO, entre otros.

En las calles el día se conmemora: las mujeres toman las avenidas y logran llegar al zócalo. El mausoleo se rompe poco: apenas lo rompen son agredidos brigadistas, se lanza gas lacrimógeno, son encapsuladas, se  ven militares con fusiles antidrones y el saldo son 62 policías y 19 civiles heridos. La noche terminó con fogatas en la plancha de concreto. Este martes, las mujeres guardarán silencio pues han convocado a paro nacional.

En México, que también es voz del mundo, la mujer crece. El Presidente de México se mantiene en su laberinto lleno de voces que lo adulan. Las mujeres se muestran como la única oposición real y articulada.

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